Están las leyendas urbanas, esas en las que aparecés sin un riñón en una bañadera ensangrentada o la del pibe que jugando con el perrito de la chica con la que iba a salir, tira la pelota por la ventana y el caniche se estrola contra la vereda de un décimo piso de Quintana y Callao o cualquiera sea el barrio del que está contando el cuento. Están esas y después están las pesadillas colectivas, esas cosas a las que todos le tememos. Bueno, estas últimas son las que me pasan a mí.
Escribo el mail, ni lo releo, es zarpado sí, pero el destinatario es más zarpado aún. Arranca con un amistoso
Hola señor pija! En pocas líneas contiene las palabras
pija, coger y papito. Aprieto send y ahí lo veo en el Outbox, un mail en la gatera en negrita con un asunto tonto y volando hacia la casilla de un cliente. con igual primer nombre que el supuesto destinatario. Pasos a seguir:
Clickear sobre el mail en el Outbox y apretar delete.
Manotear el cablerío y tironear de todos los cables USB que se conectan a la derecha de mi computadora, ninguno conecta a Internet, uno me inhabilita el mouse.
Apagar botón de encendido al costado de la pantalla.
Tironear de más cablerío detrás del modem y sacudir router con violencia contenida.
Disimular en todo momento la cara de desesperación profunda dándole la espalda a mi socia.
Desconectar al barrio entero, al mundo, retroceder el tiempo, volver a los faxes y los telex, morir, porqué no?
Enciendo la Mac y con el mismo temor que Jamie Lee Curtis abría las puertas en Halloween, escapando del maldito Jason, yo abrí mi Entourage. Apreté el casillero de
Sent Items y no había rastros del desastre. Había evitado vomitar sobre el teclado o saltar a Paraguay, bien podía aguantar una última prueba. Me automando mails y aborto el envió en plena tarea. No llegan. Pruebo con Pau y aborto tarea. No aparece en la lista de enviados. Respiro. En el MSN leo:
Llegó, boluda.Tuve que bajar a caminar y hablar con gente desde la calle. Necesitaba contención. En ese momento mi cliente estaría leyendo un mail que arrancaba con
Hola Señor Pija y estaría viendo mi nombre clarito, clarito en su bandeja de entrada.
Me sugirieron llamarlo personalmente. Imaginé la conversación: Hola, sí, XX, bueno, aparentemente te mandé confundida un mail de carácter personal y privado y bueno…
Sabía que no iba a poder seguir.
Subí. Opté por la opción menos creíble pero que implicaría la menor exposición. Alguien me rescató online y me preguntó:
-Ud vió Pulp Fiction? Bueno, haga de cuenta que yo soy Harvey Keitel. Haga todo lo que yo le digo sin chistar.
y dictó:
Debido a problemas de seguridad con mi cuenta de e-mail, aparentemente han salido a mi nombre, una cantidad de e-mails falsos, dirigidos a varios o todos mis contactos.
Desde ya les ruego sepan disculpar este inconveniente, y tengan a bien ignorarlos. Habiendo cambiado mi contraseña de acceso, el citado problema parece haberse resuelto.
Saludos,
Y mi nombre con membrete oficial con carita de preocupado y compungido por semejante desastre tecnológico.
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