Wednesday, April 24, 2013

No Method to My Madness


Creo que hago todo -cantar, cocinar, escribir y pintar- más o menos con el mismo método: ninguno, el sin método aplicado. No creo que sea algo necesariamente bueno. De hecho, en ocasiones lo extraño. Como cuando apoyo un pincel cargado y esa mancha que queda no tiene nada que ver con la que había pintado en mi cabeza. O esa oración larga, cacofónica y sin arreglo que dejo morir ahí porque no tengo método posible de resucitación. Sin CPR para la escritura. O ese curry soso de quínoa que salió esa vez y no había sal ni especias ni cardamomo de Bengal ni polvo milagroso de no sé donde que lo volviera de un estado de compota maléfico y terminal. Al tacho. O cuando canto con Juan y siete veces me tiene que marcar la entrada en Lovesong de The Cure, levantando cejas como para darme la señal, separando en sílabas, marcándome con su zapatilla sobre la alfombra de casa y yo mirando sorda y odiándome con eso que sale tarde de mi boca. Afinado al menos.

Pero a veces, sólo a veces, cae una gota de color en la esquina perfecta, el papel se comporta como un buen verjurado de 300gramos, las cebollas se caramelizan a tiempo, se tiñen con vino tinto y por la temperatura derriten apenas el Brie y ese párrafo cierra perfecto después de ese punto y cantamos una versión de lo más presentable de "Dance me to the end of Love" de Cohen, tanto que yo grito excitada un grabémosla, please. Pero a veces, sólo a veces.




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Tuesday, April 09, 2013

Thirteen


Jane manejaba el Táunus celeste pileta en versión metalizado. Bajábamos del Buquebus que entonces no era Buquebus sino el Atlantic o el Mihanovich y ya encarábamos la ruta a Punta del Este a la altura de Colonia. Jane era la típica madre joven, separada, canchera. En su casa yo me paraba frente a los marcos de plata con esas fotos en las que tenía el pelo rubio largo hasta la cintura, los jeans claritos con corte Oxford, las plataformas. Solamente le faltaban las coronitas de margaritas diminutas en el pelo. Dandelions, mamá me las señalaba en el jardín, yo las juntaba y me enseñaba a unirlas haciéndoles un tajo diminuto en el tallo con la uña. Una y otra, cadenitas de flores.
Jane tenía amigos DJ’s a los que les pedía que le graben cassettes y por supuesto el Taunus celeste tenía cassetera. Ese año en el que no tendríamos más de trece, le habían dado un TDK que en el lado A empezaba con Classic.
-¿De quién es?
-Adrian Gurnitz, Gurvitz…
Nadie sabía pronunciarlo pero nos sabíamos la letra de memoria. Arrancaban esos primeros acordes y pegábamos el grito…

Gotta write a classic
Gotta write it in an attic
Baby, I'm an addict now
An addict for your love

Y sonaba el tema en cada subida, en cada bajada y las palmeras pasaban rapidísimo al costado mientras dejábamos Colonia atrás y todavía teníamos todo el verano por delante.

And it's not what I mean
I mean it's not what it seems
I just keep living for the dreams




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