Friday, February 27, 2009

Scrubs

Los gatos de Rondpoint se ve que no tiran la cadena, no aprietan el botón o como sea que se diga. Yo me indigno. Soy mala, también puede haber sido la señora paquetísima del rouge coral sentada en la mesa del medio. Yo soy muy asquerosita y me lavo las manos con dedicación y después abro y cierro las puertas con los codos y guay con volver a tocar nada. En el baño de Rondpoint suena Queen y además te venden cepillitos de dientes descartables de una máquina parecida a esa que expende Prime. Ahora que lo pienso es un buen combo, como cuando Dove te encaja el jaboncito de pepinos y té verde con el shampoo (Sí, me resisto al champú).
Empiezo con un café con leche y caigo fácilmente en dos botellitas de 187. Primero una, helada, después otra. Espero la condena asegurada de dos horas de dolor de cabeza al día siguiente que viene con el Chandon. Gratis, como el maní con la cerveza. Lo deberían poner en la etiqueta.
Amigo recibe a sus clientes y yo hago lo mejor por comportarme como una lady y solo comentar frases acertadas y a lugar. No siempre es posible pero parece que me porto bien.

Thursday, February 26, 2009

Silvestre y el mar



Hay gatos que son gatos y hay gatos que son más perros, gatos que te saltan como un Golden Retriever cuando te ven. Silvestre cuidaba un negocio de muebles en La Barra, cuidaba al negocio de las ratas supongo, porque de guardián no tenía nada. Este fue el día en el que Silvestre se enamoró de mi, de mi pierna y decidió no soltarme por un rato largo. Se trepó, se agarró y después se dejó resbalar despacito con ronroneo constante durante todo el descenso.

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Wednesday, February 25, 2009

Ya vengo



Cuando se pase la tormenta y me termine el trago.

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Wednesday, February 18, 2009

Ni para título da

En casa somos tan poco del golpe bajo que a veces impresiona. Recién me llama mamá. Charlamos de pavadas, sus traducciones, mi día, qué bikinis me llevo, si tengo libros, si Mabel me llevó los que ella me mandó, el protector, dónde es la casa, si es cerca del mar, a qué hora salgo y esas cosas. Después así de la nada me recuerda.
-Mañana es mi cumpleaños.
Queda claro que mi madre cumple el 23 de enero y eso más o menos (aún en mi hogar tan poco convencional) siempre fue así. Entonces tengo que inmediatamente recordar que se refiere a su otro cumpleaños, al de AA, a sus años de recuperación.
-21 años.
-Ah, entonces durante mi quinto año de colegio vos ya no tomabas…yo pensaba que había sido más en diciembre. ¿Toti cuándo se fue de casa entonces?
-El año anterior.
-Ah, groso.
Ah, groso. No sé si es la respuesta adecuada. Medio que en mi casa este tema de la recuperación es cosa de todos los días o de ninguno. De hecho no es tema. Y eso que yo ya no tengo casa, es decir, ahora cuando digo "mi casa" es la mía, es mi chateaux, pero supongo que a veces que cuando uno sigue hablando de los padres, la familia y la rosca inherente vuelve este concepto de "casa". La gente lo dice, yo lo digo. En casa tomamos agua con gas. En casa nadie putea. En casa somos muy de la sobremesa. Bueno, en casa somos raros parece.
Le recuerdo a Toti la fecha ya que obviamente no estaba ahí para presenciarlo. A veces soy malita y alardeo las virtudes de mi madre como si fuesen propias, pero frente a él básicamente. El se emociona, claro. Porque "en casa" somos todos de emoción facil, eso sí. Después mi padre por ejemplo me recuerda que quiere ser embalsamado como un enano de jardín y puesto cerca de un cantero.
-Yo no tengo jardín, Toti y dudo que mamá se cope con tenerte paradito ahí forever.
De poetas cero, pero de locos…

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En duda

Creo que me irritan los tipos que me dicen divina. Hola divina. Qué hacés divina. Chau, divina. No sé. El divina es el que me molesta. Aunque también puede calentarme un poquito. Peor no sé. Me confunde. Igual me gusta más el "mujer", si de muletillas se trata.

Tuesday, February 17, 2009

I saw the crescent, you saw the hole

Me despierto con Rocket Man en versión de Kate Bush que es casi tan perfecta como la otra, como la versión. La voy cantando mientras me preparo el desayuno que no es otra cosa que un café con leche. It´s lonely out in space. On such a ti-i-i-mless flight. Me visto. Parcialmente al menos. Me gusta hacerlo en partes. Tronco superior primero. Elijo una musculosa con voladitos blancos así medio naive excepto por el tetor que convierte cualquier cosa en cualquier cosa. Mars ain´t the kind of place to raise the kids. In fact, it´s cold as hell. Kate sigue cantando y yo arriba. Tronco inferior, una de esas babuchas marrones no tan ababuchadas que se ajutan en el tobillo.
Cuando salgo el portero reemplazante recibe mi atrasadísimo pago de expensas y casi cabizbajo me habla bajito.
-¿Le puedo decir algo?
-Sí, diga, por supuesto.
Imaginé algún problema con la administración, algún caño que pierde, algún vecino ruidoso. Portero reemplazante señala con un dedo y hace como un circulito.
-Tiene un agujero.
Un agujero en el pantalón y una bombacha blanca abajo.
-Ay, pero gracias por avisarme, imagínese si salía así, claro.
Porque hay que actuar como que es cosa de todos los días, como que viene en el job description esto de indicarles a las propietarias que andan circulando en bombacha por la vida.

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Wednesday, February 11, 2009

El campo y el mar I

Puede que haya sido alguna sustancia, pero cuando me metí en la cama a la noche me pasaban las imágenes así como en esos cuentitos en los que tenés que pasar las páginas rapidísimo como para ver la historia animada. ¿Cuántos fotogramas por segundo eran? Habría que preguntarle a Toti. Esto era imparable. Eran caras de gente, de hombres, dibujadas que iban cambiando. Era preferible eso que atormentarme con la idea del fantasma que rondaba la casa, el cuento del capitán.
Desde el jardín podía verse más allá el barco hundido, los pedazos de metal encajados en la tierra que hace como 80 años era playa y un poco más allá el horizonte y los médanos y el mar que en realidad se veía como una línea plateada cuando le pegaba el sol.
-¿Ya dije que yo no le tengo miedo a los cacos?
Lo dije durante la comida.
-A mí me da miedo lo sobrenatural. Please aflojen con cuentos de fantasmas y esas pelotudeces porque la paso como el culo.
Camote se compadece de mí. Aflojan. Aunque algo escucho, aunque algo registro y a la noche, obvio, con todo oscuro y todos durmiendo tan lejos de mi cuarto. Cuando escucho los golpes en el vidrio de la cocina concluyo que es la perra que golpea con la cola. Me autoabastezco de explicaciones racionales para tranquilizarme. También puedo dormir con la luz encendida, la chiquita. Puedo decir a la mañana siguiente que fue el vino, que el torrontés ese de Sur me interrumpió la lectura. O puedo decir que sí, que tuve miedo.

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Monday, February 09, 2009

Podría decirse

Podría decirse que he vuelto. Que al menos partes de mi han vuelto.
Dejé unos pedazos en la playa, boca abajo, leyendo y con algunos pelos volados por el viento.

Wednesday, February 04, 2009

Driving

En el camino de ida a Tortugas hablamos. Con F nos encanta hablar en el auto. Hasta bajamos la música y son kilómetros y kilómetros de lengua. Nunca falla, nunca falta tema. Me muestra su nuevo equipo de música que incluye cablecito de iPod. Sabe que la tecnología no me excita pero sí la música. Pienso que también puedo conectar el mío que tengo en la cartera y que escuchemos mí música pero no es necesario; tiene Kings of Convenience y está todo bien. F me dice que no sabe ver televisión.
-No sé ver televisión boluda. C5N, TN y el de películas.
Me ofende. Le digo que le voy a enseñar a ver televisión, que hay un método. Le hablo de los cincuentas, 52, 56 y esos. Y también le recuerdo la importancia de los horarios y los estados. Con dos vodka tonics encima yo puedo ver hasta confección de tarjetería española en Utilísima o el micro de Celluless que arranca con una venezolana agarrándose las caderas en posición de jarrón diciendo: Nosotras las mujeres... F se ríe de mi acento. La imito perfecto.
-¿Ves? Jamás llegué a esos canales. Cablevisión es una mierda.
Comemos en el club y obviamente pedimos una milanesa que es lo que se pide en cualquier club y se sale triunfante.

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Tuesday, February 03, 2009

Volver, con la remera mojada

El microcentro de noche es otra cosa, otro lugar. Y no es sólo la luz del sol que se fue ni la falta de tráfico. Cambia la gente, el ritmo de la calle, las caras.
Pasa un viejo con una pendeja de la mano. Viejo look "abuelito de Heidi", el mismo al que le preguntaban lo que decía el viento en su canción, con una pendeja de la mano. Pendeja de 24 digo. Ella, lo que mi madre definiría cruelmente como "levemente ordi" con jean fajado, mucho escote, mucha teta, mucho elastizado, mucho de todo por todos lados. La escena es rara porque caminan muy de mano cada uno con su entusiasmo. Me digo uy que bueno que vos nunca tuviste que gatear. Inmediatamente concluyo que ya para gatear se me pasó el cuarto de hora aunque al lado de abuelito cualquiera califica como pendeja. Esta bueno eso de todavía calificar como pendeja para alguien. Los miro irse de la mano y me vienen las escenas claro. De lejos casi hasta parece amor. Pero soy tan tan desconfiada que tendría que palparlo, tocarlo con un dedo como para creerme que existe. Ahí al menos.
Son como las 10 y media de la noche y no estoy para escucharle el cuento a ningún taxista entonces me trepo a un 111 vacío que parece una disco con la luz violeta, los escalones iluminados y la música al taco. Salvo que suena Penélope, en versión Diego Torres y que cuando me bajo me llueve a baldazos (a mí, la lluvia me sigue a mí, más corro, más fuerte me cae encima) y me deja digna de wet t-shirt contest confirmado por los vecinitos de al lado, los de look LA, que están con los skates en la mano esperando a que pare.

Monday, February 02, 2009

Homesick, Mumsick


Yo no soy muy de extrañar. Cuando me voy de viaje disfruto, no es que no pienso, pienso sí, pero después vuelvo, me conecto y listo. No sufro. Cuando alguien se va lo mismo.
Tampoco soy muy mamera. Más bien cada una en su casa, llamados diarios, el esperable hostigue materno y todo bien civilizado. Pero cuando era chica extrañaba mucho. A mamá.
Una vez por semana yo iba a ballet, a un estudio que quedaba sobre Pelliza creo, justo antes de la vía muerta que cruzaba al San Andrés después de lo de los Mc Crea. Iba directo del colegio. Llegaba al estudio con una valijita de picnic de la mujer biónica que mamá me había preparado a la mañana porque sino me quedaba sin tomar el té y el día se me iba a hacer muy largo. Cruzaba el jardín que bordeaba el salón con piso de madera y entraba en los vestuarios justo antes de las cajas esas con resina en la que metíamos las zapatillas para no resbalarnos. Abría mi bolsa con la ropa y me iba cambiando despacio. Las medias cancán rosas, la maya negra con manguitas, las zapatillas de media punta. Después el pelo. Soltarme las colitas, cepillarme el pelo bien tirante y volverme a hacer ahora una sola colita pero anudándola en un rodete que tapaba con una redecilla también rosa. Me miraba en el espejo. A mamá le hubiese salido mejor. Volvía a mi lugar. Me esperaba el picnic de la mujer biónica. Abría. Un sandwich perfectamente armado con los bordes recortados tal cual me gustaba a mí y una Cindor. Los lagrimones que había venido esquivando hasta el momento se caían, así incontrolablemente pesados sobre las medias rosas, las zapatillas de media punta, el suelo. Mi mamá adentro del lunchbox de la mujer biónica. Ya no había forma de disimular. Yo quería estar con mi mamá. Yo no quería ser bailarina. Yo quería llegar a mi casa y tomarme un Nesquik ahí, con mamá al lado de la mesa, poniéndole siempre Newsquik de menos porque como nunca le gustó la leche jamás tuvo idea de cómo se hacía uno decente. No importaba. Todo era mejor que estar en ese lugar y todavía tener que esperar una hora entera de clase, con media hora de barra, media hora de centro y después esperar con todo en la mano para verla llegar en el Fiat blanco. Una hora entera. Imposible.
-Me duele la panza. ¿Pueden llamar a mi mamá? Me quiero ir a casa.

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