Thursday, October 27, 2011

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-¿Vos tenés una lista mental de todas las minas con las que estuviste? Digo, ¿la podés poner en papel o te olvidaste de la mitad ya?

Le pregunto así de la nada. Seguramente piense que enloquecí (aunque intuyo que ya lo pensó antes), aunque no, veo que escribe. Me contesta.

- Creo que me acuerdo de todas, lo que no se es si podría establecer la cronología.

Uf, la cronología, eso me mata. En realidad más me mata la seriedad con la que se tomó mi pregunta.

Recurro a indicadores muy básicos como dónde vivía, qué estaba haciendo, dónde trabajaba, quiénes eran mis amigos del momento y trato de recomponer la lista.

En una lista como corresponde, la inicial del primero es A y no es tan inolvidable como dicen, inolvidable por primero, nada más. La voy armando como un rompecabezas a ciegas. Le faltan pedazos obvios. Veo los huecos. Mientras yo sigo pensando, él me manda un Excel con sus datos. Lo acaba de armar después de una tarde de dejarlo pensando. Tiene fechas, nombres y siglas. Lo más completo que vi en mi vida, parece una historia clínica. La mía sigue defectuosísima y veo que la supera en algunos dígitos pero después claro, detecto un 2011 sumamente productivo en su caso.

Mientras hablamos me vienen dos nuevos nombres.

-Agregame estos.

-Te los paso por mail.

Me entra un mail con dos siglas incomprensibles. Los agrego para no olvidarme.

-Solo valen nuevos. Lo que cambia el dígito es la nueva. Recicle no cambia dígito.

-¿Solo sexo?

Toda una pregunta filosófica me hace.
-Lo que vos entiendas por eso. Sex as you understand it. Digo, heavy petting y fondling tampoco cambian dígito. Hay que poner ciertas reglas. ¿”RO”, en tu Excel?

-Recycled, Ocasional.

-¿Clasificaste? Bien, sos grosso. Me gustaría una opción ROI, return on investment que también cerraría perfecto o relación ocasional intensa.

Se ríe. Hay N de novias y ONS. Un one night stand tiene al ladito una triple x. O fue de lo más hot que tuvo en su vida o es una anónima tres veces anónima. No se puede acordar el nombre parece. Se le repiten nombres en la lista. A mí también.

-¿Sabés cuál es la gran diferencia entre vos y yo? Yo hice mi lista en un doc con título “pibes”, vos pasaste todo a un Excel. Nos separa Microsoft Office.

Tengo 3 nombres repetidos y uno que tengo la certeza que jamás en mi vida se va a volver a repetir. Demasiado raro, como salir dos veces con un Cyrano. Sería un golpe terrible de la estadística.

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Tuesday, October 25, 2011

Y Hernán me dice




Después de invitarme a comer ceviche y contar únicamente con cilantro y mango:
-Contame, Shatze, cómo te aguantás?
Y al rato me veo picando cebolla morada.
-A ver, el corte pluma...
Y el cilantro, y el lenguado (que compramos en la pescadería a último minuto porque sino comíamos sopita de cebolla morada) en cubos de 3 x 3 como indica Trocca, y el mango como me enseñó V y "vos hacé algo hijo de puta y exprimí las limas y la naranja". Pero abre el blanco, que no es poco.
Todavía queda el cilantro que es como una peluca verde que no la encara ni Roberto Giordano.
-Picame el cilantro, papi.
Y falta el ajinomoto y el jalapeño. Siempre falta algo. Siempre.
Y nunca importa.

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Thursday, October 20, 2011

Retoque - Pibes y Coqueterías


Contra todo pronóstico, el esmalte "Passion Red" no aguantó hasta el domingo como suele hacerlo y tengo que hacer un retoque de último minuto para el almuerzo de hoy. Hay cosas que a veces no salen como uno las planea, lo que antes era predecible y casi una regla, cambia.
Todo cambia.
Y a veces tenés que retocarte el esmalte a mitad de la semana cuando es sabido que el día que le corresponde es el domingo junto al baño de crema en las puntas. Todo muy raro.

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Tuesday, October 18, 2011

Facciamo un giro

Por alguna extraña razón, en la hora de geografía nos mandaban a buscar los mapas (esos que se colgaban del pizarrón y se desenrollaban) al “Geography room” que cumplía su rol tanto en inglés como en castellano pero en la Benemérita se llamaba así como todo el resto de las cosas. Había “desks”, guardabas en “lockers” y te ibas al “lab” en el que estaban los frasquitos con los diminutos fetos de chanchos y las mandíbulas de cucarachas. Para Gym te cambiabas en los “changing rooms” al lado de las canchas de tennis y jugabas al hockey en el “field”.

Cuando te mandaban a buscar los mapas tenías que atravesar la glicina, cruzar el Shakespeare Lawn, subir las escaleras del Library o entrarle por un costado del edificio. El Geography room quedaba al ladito de donde daban las clases de Food and Nutrition en las cocinábamos y cerquita del History Room donde estaba ese retroproyector con los slides tediosos de la revolución francesa y los sans coulottes que para mí en definitiva era gente corriendo desnuda (en culo) por la Bastilla. Digamos que no era a la vuelta pero tampoco los quince minutos que nos tomábamos para perder tiempo de clase en confabulación directa con el resto (menos las tragas) que te hacía un gestito apenas apuntando a sus relojes con un dedo que no significaba otra cosa que “Tómensela con tiempo. Tarden”.

Y tardábamos, claro. En vez de hacer un camino directo le volvíamos a dar vuelta a la fuente, entrábamos por el caminito que rodeaba el San y recién ahí encarábamos las escaleras de quinto. El San (atorium) era el paraíso de las pajeras. Ahí te esperaba la “nurse”, Mrs. Jones, a la que le decías “I got my period” y te dejaba acostarte un ratito en un sillón al lado de la ventana mirando los rosales que había al costado dando a Estrada. Con suerte, si no te hundía el olor a Paratropina y Sertal en un sopor inmundo, podías dormirte una siestita placentera hasta que te despertada de un grito y te mandaba de vuelta a la clase. Supongo que en un colegio de no sé cuántos cientos de mujeres, fingir dolores menstruales no era de lo más original.

Si hacías buen tiempo, llegabas a la clase con los mapas en mano (cara de cansancio) y el beneplácito del resto de las presentes que relojeaban y veían que sí, efectivamente nos queda media hora de clase y a la mierda. Ubiquen Ankara y algún fiordo impronunciable.

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Saturday, October 15, 2011

Deben haber

Cosas más copadas, seguro, pero qué hit cuando tus íntimos amigos se hacen amigos.
(Además de poder compartir ese Playlist pardo en Grooveshark y enamorarse de Puig).

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Thursday, October 13, 2011

Mary, Mary, quite contrary...


How does your garden grow?
With silver bells and cockle shells
And pretty maids all in a row.


El jardín en Olivos arrancaba en Rosales y bajaba hasta la vía, el pasillito ese que usaba la gente para llegar a la estación desde la barranca de Alberdi y acortar el trayecto. Nuestro jardín tenía todo un camino de piedras que yo pisaba una por una cuando no quería tocar el pasto porque habían crecido esos yuyos con pinches. De chica yo tenía una obsesión, un miedo casi irracional con los pinches y las ortigas. Todo por andar descalza; "como dos indias" decía mi padre cuando nos veía caminar a mamá y a mí.  A cada jardín al que iba preguntaba acerca del pasto:
-¿Tiene pinches?
Lo mismo que el "¿Muerde?"que pregunta la gente acerca de un perro desconocido. Me parecía una pregunta de lo más esperable y no dudaba un segundo en hacerla antes de dejar mis ojotas diminutas al lado de una pileta y pisar con confianza.
Si yo estaba trastornada con las espinas, mi madre lo estaba con los grillos topo y las babosas.
Cuando llegaba esta época mamá se obsesionaba con que hacían pozos por todo el jardín y dejaban montículos diminutos de tierra como minas. Entonces, lo que hacía era prepararme una regadera de agua con detergente, le sacaba la flor de la punta y yo iba agujerito por agujerito tirando agua. Esperaba unos minutos con la paciencia de un esquimal que espera su foca y cuando salía ese bicho asqueroso ¡pam! le daba con algo contundente. Uno por uno.
Creo que mamá no los podía ni ver con esos cuerpos prehistóricos facetados y se escondía atrás del gomero con cara de asco mientras me espiaba haciendo esa tarea imposible. Ahora que lo pienso no puedo entender que pudiese hacer eso con lo que yo odio los bichos en general. La infancia supongo.
Todos los veranos el mismo cuento, esquivar los sectores "pinchados" del jardín, la caza del grillo topo y largas charlas entre mamá y Faustino (el jardinero) acerca de cómo eliminarlos.

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Tuesday, October 11, 2011

Birthday night


Casa nueva, tequila, cactus y muchos regalos.
Amé mi cumpleaños. Amo a mis amigos. Me falta seguir festejando. Esta noche tete a tete con mejor amigo #2 y sigue.

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Sunday, October 09, 2011

Oficialmente

Algo con el 10 del 10 a las 10 menos 10 lo que indicaría que no he nacido aún. Pero bueno, han comenzado los festejos. Asómense, los fuegos artificiales son por mí.

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Friday, October 07, 2011

¿Debería?

¿Recordar que el lunes espero estar llena de mails en mi casilla, mensajes de texto, DM y llamados? Eso.

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Thursday, October 06, 2011

Goodbye, Ruby Thursday

Who could hang a name on you?
When you change with every new day
Still I'm gonna miss you...

Wednesday, October 05, 2011

Saudades




Como tratando de posponer el regreso, ya imposible porque estoy acá hace rato, por lo menos rememoro y preparo bruschettas de pomodoro con esas sales que compré que dicen que sólo deben ser abiertas en extrema necesidad, sólo con saudades dirían otros.


Usatelo come vi pare (…) per una bruschetta di pane e olio, per ricordarvi di noi annusandolo se sarete lontani.


Entonces pongo apenas un poco de la sal en un bowl, lleno con aceite de oliva y pinto los panes recién tostados antes del tomate y la albahaca.

Antes de llegar a casa, paso por lo de Donato y me llevo 9 portobellos perfectos que fileteo (no muy finito), salto con un poco de manteca, unos echalottes, un chorrito mínimo vino, otro de crema al final, apenas una ramita de albahaca y todo arriba de unos fetuccinis de la casa de pastas de por acá.Todo resuelto en media hora.

Dos botellas de vino tinto, esa es la clave. Después de eso cualquier cosa que pongas en la mesa es bien recibida. Te lo seguís perdiendo. Te lo digo a vos que todavía no conociste mi casa “nueva”.

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Tuesday, October 04, 2011

La siesta (reloaded)


Esas tardes de siesta obligada, planeaba secretamente tapar todos los desagotes de la terraza de mis abuelos en esa esquina de Olivos, abrir una canilla y dejar que todo se llene de agua y se convierta en la pileta que injustamente no estaba ahí. Entonces, iba viendo cómo subía el nivel de agua transparentísima, cubriendo los baldosones, tapando las macetas que pronto se convertirían en plantas subacuáticas y llegando justo hasta el borde de paredón que daba a Debenedetti (el que tenía el Tilo) frenaba. Los escalones que bajaban a la terraza (dos o tres) desde la cocina llegaban a taparse también y se convertían en perfectos "escalones de pileta". Un, dos, tres, saltar y sumergirse. ¿Lo mejor? Nadar por abajo del agua entre las plantas y por qué no tirar algún que otro pececito del acuario de la vuelta. ¡Y erizos! Eso, erizos. También corales, estrellas de mar (¿dulce?) y monedas de oro aunque fuesen falsas, para bucearlas antes de que cayese el sol. De todo menos medusas. Te descuidabas un rato y yo dormida te armaba un paraíso submarino digno de cualquier documental, con arrecife y todo.
Sin darme cuenta, mientras el agua subía yo seguramente me quedaba dormida y para cuando me despertaban con el té servido en mesa estaba todavía abombada (¿de tanto nadar sería?). Por un segundo una duda horrible y antes de sentarme, tenía que salir a la terraza y comprobar que estuviese ahí toda tórrida y terracota con el sol de las 4 de la tarde encima. Odiosa.
Volvía a la mesa caracúlica, indignada con el mundo real tan seco. Lo más triste era que si mis abuelos hubiesen sabido mi plan macabro, como única nieta, ellos mismos hubiesen abierto las canillas.

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Sunday, October 02, 2011

Mi pequeña gran nariz II



La casa está en orden; tan en orden que hasta hay flores en botellas de vidrio en la mesa del living y algunas más en la cocina. Había algo con el perfume de esta casa que todavía no terminaba de cerrarme. Mansilla tenía un olor particular que reconocías ni bien cruzabas la puerta, creo que más que nada era canela y vainilla y cualquier extra que viniese de las velas que se prendían a la noche.

De repente es eso, que no tiene un perfume. Como yo sin mi J'adore.

Entonces ayer caminé por ahí y metí mi pequeña gran nariz en cada frasco, cada incienso, cada caja hasta que me encontré con los nardos.

Hay cosas que se deciden sin pensar demasiado. Pedí que me envuelvan el frasco con el aceite, los palitos “difusores” y lo abrí ni bien llegué.

Estuvo ahí, en la mesa de mármol al lado de las flores en botellas de vidrio.

Todo un día.

Esta tarde cuando llegué, todavía no se había puesto el sol, y ni bien abrí la puerta lo sentí. Una casa con nombre y apellido. Era eso. Mi casa no tenía perfume.

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