La mala prensa es todo, inclusive en paladares experimentados como el mío. Cuando entramos al peruano de Corrientes íbamos por las clásicas papas a la huancaina, el tamalcito o el ceviche mixto, salvo a que a último minuto (porque estas cosas suceden a último minuto) terminamos dudando y se nos ocurrió probar “cosas nuevas”. Error.
Stick to basics. Chaufanito, decía. Sonaba chaufancito, sonaba a un incocente y pequeño chaufan. Error. No guiarse por los fonemas, son engañosos. Le señalé el plato que figuraba bajo Entradas a la simpática moza.
-¿Este qué tiene?
-
Bfofbfebe y viene con o sin arroz.
-Aah…- Miré con cara de ¿porqué no? básicamente porque no había entendido un carajo de la explicación y me sentía osada. Oh sí. –Bueno, ¿pedimos este entonces? Con arroz.
Ella me miró con la misma cara de ¿porqué no? mientras se tocaba las puntas del pelo. Permanentemente se toca las puntas del pelo. Es un vicio masturbatorio que tiene.
Llegó el
Bfofbfebe con arroz. Parecía carne. No olía como carne. Metí un tenedor. Pinché un pequeñìsimo pedazo. No tenía la consistencia de la carne al tenedor, menos aún al diente, aún menos al paladar y todo el tracto digestivo gritó al unísino ESTO NO ES CARNE. Ella pensó en hacer lo mismo. Mientras yo masticaba identificó un trocito con una enorme cavidad. Aorta, vena cava, mínimo.
-Esta son de las carnes que ni vos ni yo me parece que comemos, Charlotte. I think it´s a heart- se desfiguró y empezó una extensa campaña de desprestigio que terminó en algo cercano a las náuseas.
Probamos con el arroz mientras hacíamos un gran esfuerzo discriminatorio. Corazón animal, cereal, corazón animal, vegetal, corazón animal, tubérculo y así. No se pudo. Todo se veía como un plato canibal, hasta la lechuga. Traté de servir arroz.
-Que no se toque, que no se toque con la carne! Ay no revuelvas que levanta humito. Yo voy a hacer una cosa: me sirvo acá, revolvemos un poco como que comimos y listo, hacemos como que estábamos con poca hambre.
Para esa altura creía haber perdido el hambre para siempre. Tragué profundo. No respiré porque el aroma era invasivo. Juré que me convertiría en macrobiótica por la mañana. Apenas alguien se movía en el local empujaba una leve brisa "a corazón".
-Bofe, debe ser bofe, boluda.
Después me acuerdo que bofe es lo que le revoleaba mamá a la Misha en la cara con una sonrisa diciendo "Bofe, misha, te traje bofe" y la gata andaba como loca trepándose a la mesada o refregándose entre las piernas de mi madre. Le cuento de esa noche en la que fuimos al restaurant francés que quedaba sonre una barranca en Beccar y Her pidió al mozo que
lo sorprenda. Con el último bocado siendo masticado le cuenta que lo había
sorprendido con un carpincho. Her me seguía llamando semanas después asegurando que bicho lo razguñaba desde adentro del vientre.
-Todavía no eliminé el carpincho, boluda.
Pedimos la cuenta.Estuvimos extactamente 48 minutos.
-De última les decimos que estábamos apuradas, que teníamos algo…
-¿
Algo, además de poca hambre decís?
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