Monday, December 28, 2009

Life in the tower

Tengo un cuarto en un altillo que da justo a la copa de los árboles y cuando llueve (porque llueve) escucho la lluvia que pega en el techo que debe ser de chapa. El mar desde acá no lo puedo escuchar pero sé que está cerca y es suficiente.
En mi altillo tengo el espacio perfecto para guardar todas mis chucherías, mis libros, tengo dos toallas blancas enormes como a mí me gusta (una para el pelo y una para el cuerpo) y nadie se acerca así que puedo caminar sin ropa sin correr el riesgo de que me vean (a no ser por un ángulo diminuto debajo de la escalera desde el que podrían espiar los habitantes de abajo). Pero no lo hacen. Y cuando me buscan, suben apenas unos escalones y desde ahí me llaman. Dicen mi nombre bajito. Pero no suben. Y este altillo que debería ser territorio común del lugar porque tiene una tele gigante para ver películas por las noches ha pasado a ser de mi propiedad y nadie se le atreve sin pedir permiso. O casi.

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Sunday, December 27, 2009

Pink nights

Ruta 2 y antes de que me agarre el encierro automovilístico absoluto llegamos. Estoy como en un retiro espiritual marino o más bien un spa salvo por los vasitos de champagne que me tomo antes de comer mientras escucho un poco de música y miro por la ventana como ahora. Arboles, muchos, muy altos y nadie demasiado cerca.
No me canso de que las olas me revuelquen y a la noche sueño que soy surfer. Hice una rara elección de libros antes de venir –siempre llevo al menos 3- y terminé por uno de Doris Lessing, viejo, gastado y forrado con papel de regalos para que no termine de deshacerse con una próxima lectura. Me gustan los libros leídos, libros que hayan pasado por otras manos.
A la tarde me encuentro corriendo cerca del mar con Calamaro sonando en el iPod. Esos besos, canta Calamaro. Y le sigo la letra mientras respiro, mientras trato de no perder el aliento en las subidas del camino.
-¿Una copita de champagne? Lo que quedó de anoche. -Dale.
-¿Cómo está?
-Quietecito…maso.
Dueño de casa hace recambio por botella nueva.
-A ver ahora Anchorena.
Me río.
-Mucho mejor.
Se fue la tormenta y el cielo está encendido fuego cerca del horizonte. ¿Cómo era el dicho? Pink dawn, shepherd´s warn. Pink night, shepherd´s delight. Eso. No sé por qué les preocupará tanto la lluvia a los pastores.

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Wednesday, December 23, 2009

Breakfast in America

El percusionista amateur es en el fondo un neurótico mal tratado. Y mal llevado. Ese que no pierde oportunidad de ensayar su batería contra cualquier cosa; la mesa, el volante del auto, el costado de la pierna, el lapiz contra la mesa. Los odio. Logran pasarme su tensión contenida. Como el silbador. Ese es otro que detesto.
El tachero de la mañana era una bandita completa en sí mismo. Golpecito intermitente al volante con las dos manos marcando los ritmos en cada semáforo y silbidito irritante siguiendo la melodía de algo que en el fondo parecía ser Supertramp. Breakfast in America. Take a look at my girlfriend, she´s the only one I got.

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Cinderella II

Arreglo almuerzo con Chico en restó microcéntrico. Últimamente soy muy de chatita con mega sandalia de taco en la cartera para hacer el recambio en situación de urgencia. Algo en la línea de Working Girl sin Harrison Ford ni los pelos naranjosos de Melania, ni la jefa perra enyesada.
Chico me ve linda y entonces yo me visto linda para seguir bien conceptuada y me pongo muscu blanca que le gusta. 5 minutos antes de emprender la caminata hacia Leandro N. Alem busco las sandalias en la cartera como para elevar el look unos 8 cm. Visualizo el corcho altísimo de la plataforma. Lo agarro. Bien.
Hay una sola.
Mal.
Vagos recuerdos de haber hecho cosas extrañas en el taxi como vaciar bolsa y ordenar interiores en viaje.
Grito.
Puteo.
-Please ayudenme a rastrear mi plataforma.
Desaparecida.
Evalúo la posibilidad de volver a buscarla a casa o comprar unas acá a la vuelta. Medito la opción de saltar en una pata hasta Alem pero es levemente barranca abajo y puede terminar mal.
No aparece.
Condenada a encuentro midiendo nada más ni nada menos que mi altura. Camino en chatitas diminutas, petisísima.
-¿No sabés lo que me pasó? En realidad había venido con unas sandalias divinas y...
En la mesa le cuento a Chico el episodio y le asomo la chatita por el costado de la mesa.
Chico se ríe. No había notado mi poca altura y me dice que tengo buenas tetas.

Tuesday, December 22, 2009

Mi efectiva nariz


Las chicas de la casa de especias tienen buena onda y cuando llego me dejan meter mi diminuta nariz por todos lados. Me abren las puertitas de las cajas de madera y me hacen pasearme entre los curries.
-Hm, este tiene clavo de olor. Odio.
Se sorprenden que lo detecte entre decenas de otros olores.
-Clavo de olor, les digo. Imposible no registrarlo.
Creo que odio lo anisado. Todo. Hasta el hinojo, los amarettis diminutos y el licor. Es una mezcla entre consultorio de dentista, caramelo media hora y ropero de abuela. De la mía, claro está, que tenía una naranja toda pinchadita con clavos de olor para perfumar y lo único que hacía era darme unos terribles dolores de cabeza y náuseas.
Elijo uno de los polvitos mágicos. Me llevo 25 gramos y una leche de coco diminuta, unas nueces especiadas que son to die for y un jengibre caramelizado que me hace ponerme china cuando lo muerdo pero es un vicio.
-Contanos cómo te salió.
Juro que me dan ganas de traerles un platito con el cous cous a cada una.

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Monday, December 21, 2009

Como en un flipper


Muerdo del anzuelo, y vuelvo
a empezar de nuevo, cada vez
tengo en la mano, la carta
para jugar el juego
cuando quieras.
Caminando caminandote
mi calle que quizá

Y así. Canto por la calle desde el sábado.
Y después Calamaro. ¿Desde cuándo?
Mis poderes metamorfósicos me asustan.

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Wednesday, December 16, 2009

Certezas 4. Esas leyes que rigen mi mundo

Ya nunca me verás como me vieras.

Yo tuve dos abuelas, como la mayoría de la gente, claro. No me voy a andar haciendo la original con eso. Una era una polaca complicada, jodida, que se encargó de torturarle la vida a mi madre pero se embriagó de amor cuando me vio y me dejó hacer absolutamente todas las cosas que le había prohibido a la generación anterior y más. La adoré de los 3 a los 18 y con un claro síntoma de poca evolución de mi parte la castigué en la adultez por haberme legado una madre dolida.
Anduve disfrazada el 90% de mi infancia, caminando en tacos altísimos, con collares de perlas (auténticos y falsos) colgándome del cuello, maquillada y con uñas postizas por su casa. Las mañanas de los domingos que amanecía ahí, abría un ojo y tenía mate cocido con tostadas de pan francés en circulitos perfectos dorados con Mendicrim esperándome en el umbral de la puerta. Cuando se me cantaba podía armar carpas en el living de la casa debajo de las sillas del comedor consábanas y otra vez hasta intenté llenar la terraza de agua como para hacer una pileta que parecía era absolutamente necesaria en esa casa para completar mi felicidad. Nunca se me dijo nada. De no ser por la estrictez prusiana de mi madre, dejada en manos de mis abuelos, hubiese resultado una mierdita de persona.
La otra, por su lado, una artista nata que pintaba y esculpía como nadie, se llamaba Azucena y tenía el talento natural de hacerle sentir a sus nietos que todos eran sus preferidos (aunque claramente era mi primo mayor el favorito real, su delfín). Ya con sus hijos era babosa. Tengo recuerdos de verla agarrar a Toti de los cachetes y darle besitos mariposa cuando cargaban más de un siglo entre los dos. En el espejo tenía pegadas fotos de todos sus nietos en diversos tamaños (como si fuesen Babooshkas) y ya casi no había espacio ni para mirarse. Supongo que ya ella prefería vernos a nosotros que a su propia imagen.
Mi abuela Azucena me agarraba las manos y juraba que eran manos de artista también y celebraba como una loca cualquier cosa que yo pintaba, dibujaba o escribía. Mis dudosas esculturas llenaban sus repisas como si fuesen piezas de colección y esa tarjeta de navidad que hice un año quedó colgada por los siglos de los siglos amén, también en el espejo. Dicen mis tíos que desde muy joven se despertaba cantando y nunca dejó de hacerlo hasta que murió. Lo debo haber heredado.
Certeza. Muertas tus abuelas, ya nunca nadie te va a volver a mirar de esa manera, esa que te hace creer por un rato que sos la octava maravilla y que no hay nada más natural que te quieran así de mucho, de ciegamente, de por completo.

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Tuesday, December 15, 2009

Diciembre

Diciembre es el mes de los exilios, de los que vuelven. Ayer me encuentro en la veredita de Florencio con mi amigo que mueve los brazos y las manos como un loco espantando la masa de mosquitos que se mueve por la Isla. Cada vez que camino las callecitas empedrados pienso lo mismo. Quiero vivir en la Isla y decir que vivo en la Isla.
El amigo llega una vez al año, a veces dos, y casi siempre arreglamos para encontrarnos. Es una charla corta, en mi caso con un té de vainilla. Me pide mis mejores 3 libros de este año. Yo confieso que leí poquísimo pero me arreglo para una lista diminuta. El me recomienda dos y me cuenta historias increíbles de castillos marroquíes de 36 habitaciones y una escritora que se encierra meses a escribir en el medio de la nada. Le cuento que después de 10 años (la dedicatoria de mi amigo Llambí dice 1999 y fue un regalo de cumpleaños) terminé Leviathan.
-De repente tengo que admitir que no me gusta Paul Auster.
-De repente.
Caminamos de vuelta y me doy cuenta que estoy a dos cuadras de lo de Toti. Bien puedo pasar a visitarlo ahora que camina poquísimo y está la mayor parte del tiempo encerrado.
-Estoy al toque. Paso.
Entro con mis llaves. Ya tenemos esa precaución y dramática como soy, imagino escenas terribles en las que tengo que entrar a escenas terribles. Me gustaría tener una cabeza menos intrincada, más sencillita, menos vuelta.
-¿De dónde venís?
-De ver a un amigo.
Me gusta intrigarlo porque prende siempre.
-¿A qué amigo?
-A mi amigo que dirige cine.
-¿Dirige o produce?
-Dirige.
-¿Largos o publicidad?
-Los dos.
Y no para y le cuento de mi amigo, su novia adorable, su casa y me canso. Soy como un parquímetro. Me venzo a la hora con mi padre, pero como anuncio siempre que “paso dos minutos y sigo de largo” siempre parece que me quedo de más.
Mentira. El se pasaría el día mirándome, escuchándome hablar. O eso cree.
Hasta yo me canso de mí misma.

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Obvio

R llama desde su estudio, mi antigua oficina, y trata de hacerse el simpático.
-Estás disfónica.
-¿Sí?
-Sí. Dicen que la voz disfónica es sexy.
-¿Vos decís?
-No, yo no lo digo. Dicen.
-Je.
-Che, les tenía que pedir un favor…

Obvio. No lo dudé ni por un segundo.

Monday, December 14, 2009

Frases IV

-Eso es de buena gente ¿ves? Sos un buen pibe.
-No; es porque quiero a la persona.
-No te confundas. La mala gente también es mala gente cuando quiere.

Sunday, December 13, 2009

Lean back, relax – here come the snacks!

Tengo que confesar que soy de la comedia musical y del número de baile de antaño tipo Fred Astaire, Ginger Rogers, Cyd Charise o Gene Kelly. Herencia paterna; y ahora es pasar de canal y encontrarlos y quedarme ahí mirando un rato embobada.
Tengo un revival All That Jazz y mientras me auto preparo un trago hago un numerito de Take Off with Us y me sorprendo acordándome la letra a la perfección.
Meet our friendly, eager crew; they only live to service you…y mucho chasquidito de dedos, hombro y pelvis en versión soft core.
What's your answer chum? Are you gonna come…?
Tengo un pasito particularmente pulido y un estado de inimputabilidad poco recomendable.
De no ser por el sushi que me pedí, qué barato me divierto.

Thursday, December 10, 2009

Gente bián II

Es el bikini. Hay que saberlo. EL bikini.

Wednesday, December 09, 2009

You´re on my list


Tengo una listita. Voy agregando un nombre; a veces es de a uno por día, a veces pasan meses y nadie. No es fácil entrar en la lista de indeseables, pero ahí estás chiquita.

Monday, December 07, 2009

Miércoles

Con las chicas nos juntamos las 13 menos las 3 que viven en el exilio, antes de fin de año (como la mitad de los habitantes del planeta supongo, nada original). Generalmente se trata de sentarnos en un living, abrir alguna buena botella de vino, comer algo y hablar a los gritos. También incluye llevar un regalo fácilmente intercambiable de regalo; es decir, de similar precio, similar uso, nada excesivamente personal. Por ejemplo, la consigna puede ser “Cosas de playa de $100” y uno puede llevar todo desde bolso de playa, protector solar, toalla, sombrero y así. Este año es una suerte de Christmas Book Club y cada una lleva un libro. Generalmente hacemos algún tipo de sorteo con números cuyo mecanismo jamás terminé de entender en 20 años, por el cual la que saca el número más alto es la última en elegir los regalos del centro de la ronda con la enmienda de que también puede elegir cualquiera de los que han sido elegidos anteriormente por otra. Es decir, puede literalmente sacarle el pan de las manos a una niña hambrienta y así la 7 puede robarle el regalo que eleigieron la 1, la 2, la 3, la 4 la 5 y hasta la 6. Esto lleva a consabidas puteadas, engaños con algunas escondiendo disimuladamente el regalo en la falda, rasguñazos y un griterío non-stop muy similar al que hacíamos en 5to. C así que nadie se sorprende demasiado y la cosa se sigue repitiendo año a año. A veces sucede que los hijos de mis amigas terminan por despertarse y se asoman en pijama para ver a sus madres revolcadas en el suelo peleándose con uñas y dientes por un toallón playero sin ningún registro de modales, edad, situación civil o nada que se le parezca. Miran con ojos desorbitados y vuelven a dormirse probablemente juntando material para sesiones psicoanalíticas futuras o por el contrario pensando que sus madres tienen un grupo de amigas con una onda bastante particular. Ya veremos. También hay momentos más caches de golpe bajo con lo mejor y lo peor del año y esa sensación inevitable de que fiaca me da arrancar al evento y después no me quiero ir.

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Friday, December 04, 2009

La nueva de la semana


Todo porque leí con vodka. En fin.

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Running into

Mi abuela (y todas las abuelas supongo que dirían lo mismo) te decía que siempre salgas con una bombacha linda y en impecable estado por si tenías un accidente en la calle. Nunca supe si el accidente era de tránsito o qué, y de serlo, pensar que un accidente me dejaba en la vía pública con mi bombacha expuesta entre alguna que otra factura, me daría más motivos para preocuparme que la mera elección de ropa interior de ese día.
Igual, en lo que sí tenía razón la abuela es que de alguna manera hay que salir de casa lo suficientemente preparada en cuanto a estética refiere para enfrentar un imprevisto. Por ejemplo encontrarte con un ex que camina casualmente por Paraguay y al que reconocés tardíamente cuando lo tenés apenas a unos metros de distancia. Parece distinto pero está igual.Frenás, te arreglás el pelo como si eso cambiase en algo las cosas. Te sorprende una gota de agua cayendo en tu hombro desde un aire acondicionado que pierde y pegás un saltito pensando que es otra cosa, no sabés qué. Te acercás, saludás. Querrías tener un espejo para saber exactamente qué es lo que él está viendo en ese momento que lo estás saludando. Le preguntás por su vida, sus hijas, el laburo, no necesariamente en ese orden. El hace lo mismo pero varía en si “seguís viviendo en la misma casa”. Lo notás tímido pero no te decidís si es algo del momento o si siempre lo fue. En definitiva sentís que le perdíste el rastro, que hay poco en común. Igual le dás un abrazo, quedás en un almuerzo con dos amigos en común algún día que probablemente nunca sea. Te vas con un “bueno, que estés bien” y te das cuenta que es casi un extraño, que estas cosas pasan, que te saludás como si nada y la vida sigue. Y es raro. Y además ya Loli lo había contado mucho mejor.

Wednesday, December 02, 2009

Bad vibes

El taxista me saca Coldplay de la radio y me lo cambia por algo que podría ser Lucía Galán o cualquier taladro similar.
Hace dos cosas que no tolero: la aceleradita constante alternada con la frenada compulsiva es una. Considero que cualquier conductor que abuse del freno es por definición un mal conductor. Dos: tiene el auto fuera de punto y cuando está en punto muerto vibra intermitentemente tanto que me marea hasta las casi nauseas y le tengo que pedir que apriete apenitas el acelerador para que corte la vibra en mi cerebro. Me mira por el retrovisor con cara de culo.
-Es que me marea, señor; me dan ganas de vomitar.
Aceleración instantánea.
Siempre funciona. Indefectiblemente.

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Tuesday, December 01, 2009

Walking cliché


Jeff bridges levantándose despacito del piano y caminando hacia Michelle Pfeiffer. Bajadita de cierre lenta llegando hasta lo más bajo de la espalda. Bajada de tiritas; me calienta la bajada de tiritas del corpiño hacia los costados. En imágenes y en vivo. No sé si es la cosquilla contra con el hombro o qué. Jeff Bridges subiendo manos y agarrando. Podrán decir que la película es un largo foreplay pedorro de tensión sexual hasta esta escenita. Pues bien, que así sea, la escenita bien lo vale y amamos el foreplay.
Y después también esa con Keira Knightley en la biblioteca de la casa en Atonement. Y sin embargo nada como esas pocas páginas del libro casi inaguantables. Como para rasguñar sábanas. Mc Ewan logra calentar seguido y deja con ganas de más. Será por eso que una vuelve.
Y no siempre te lo dá.