Esto es un quilombo
Yo trabajaba con una chica canadiense-Québécois en realidad-que se llamaba Louise. Louise había aprendido perfectamente español y lo hablaba con un leve tono francés que la hacía encantadora. Sobre todo cuando decía a la dueña de la empresa en la que trabajábamos “Esto es todo un quilombó”así bien acentuado en la o final. Yo la codeaba y le decía que quilombo de repente era un poco fuerte pero ella replicaba que C’est un bordel estaba más que aceptado y que la dueña del lugar no tenía porqué ofenderse. Louise tenía razón.
En mi afán de convertir mi propia casa en un burdel, el sábado compré un sinfin de tiritas de caireles en el Tigre que forman una suerte de cortina que pienso colgar de mi escalera. Nunca tomé las medidas porque no es algo que yo haga eso de ser organizada, previsora, calculadora. Más bien todo lo contrario: compulsiva, arrebatada y lanzada. Cuando las probé, las cortinas quedaban cortinas. Entonces hoy fui y las reforcé con 10 tiritas extras en color rubí perlado que van a hacer las delicias mías y de mis invitados. Porque pienso bajar las escaleras despacito, despacito y si me descuido me compro unas pantuflitas con plumas, me bautizo Satine y empiezo a fumar en boquilla.