Supongo que era por la mente fantasiosa o algo así, pero de chica siempre fui miedosa. Habían sueños recurrentes como
eso que había en el fondo de la pileta de mía miga del jardín Denise, un lugar al que sólo podías llegar nadando y de repente caminar por el fondo respirando normalmente hasta ver
eso que había en el fondo de la pileta de mi amiga Denise. Eso que siempre me despertaba sobresaltada con las piernas y los brazos absolutamente paralizados por un rato y que sólo se me pasaba cuando pedía que me prendan la luz del pasillo o en el peor de los casos la de la mesa de luz de mamá y papá como para poder llegar corriendo sin mirar lo que dejaba atrás. Estaba la otra, la de las muñecas que caminaban hacia mi cama. Muñecas horribles de pelos gastados todos sucios y grises como se ponen los pelos sintéticos de las muñecas, ojos vidriosos de azules imposibles pero sobre todo, hechas de piel humana y yo sabía ese detalle. También estaba esa, claro.
Y a veces, ahora, pasados mis 40, me encuentro corriendo rápido por las escaleras hasta llegar a mi cuarto, pegando un salto hasta la cama y dejando lugares de la casa sin revisar. Porque simplemente no quiero saber. "Ojos que no ven...". A veces funciona, "miedo que se te queda pegado", casi siempre.
La otra noche abrí los ojos en medio de la noche y había claramente, alguien sentado al borde de mi cama. Un hombre, sentado, segundos ahí y desapareció en cuanto los cerré y los volví a abrir. Pulso acelerado, se normaliza, pasa.
A Toti siempre le pasaban esas cosas y una vez cuando creyó que yo dormía en el sillón de living, se lo contó a un grupo de amigos. Por supuesto que yo fingía para que no me manden arriba y en cuanto se dio cuenta, cambió de tema señalándome así de costadito con un dedo. Me perdí la parte de la explicación científica del suceso se ve.
Noches después yo creí ver lo mismo que el, pero en mi caso era un Golliwog todo negro con pelos revueltos, así tal cual aparecía en el libro ese que estaba por ahí dando vueltas.
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