Sex & The Souffle
Yo siempre le tuve miedo al soufflé. Confieso que me daba a mucha preparación previa y altas posibilidades de desilusión. Como esas noches de sexo prometedor (pura imaginación propia, el sexo no promete, entrega directamente) en las que te depilás, perfumás, elegís la bombachita, todas las velitas de la casa ardiendo, el incienso de canela, Leonard Cohen sonando, el dimmer dos puntitos apenas (clockwise) y cuando abrís el horno: fiasco.
Un soufflé que se baja es muy desmotivante, y como mujer y cocinera, claro, una tiende a pensar que algo hizo mal.
Pero bueno, a veces una cae en buenas manos y en lo que refiere a soufflés, puedo afirmar que con un team como el del sábado, volví a creer.
Yo tengo fe, ustedes me hacen el soufflé.
Nota al pie:
Gracias J & M, P & F, M (por la Caipi con Greygoose), P2 (y ese espléndido batir) y L por haberme devuelto la fe.
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