Esas cosas que me acuerdo
Años después me pasó su cámara super 8 y yo practicaba con producciones caseras que después editaba en mi propia moviola (un fallido regalo). Cortaba con tijera y pegaba con scotch mis cortos de bastante poco talento y lo hacía con la misma impaciencia que manejo hoy en día para las tareas manuales que requieren de una cuota de precisión.
Mis libros de Dr. Zeuss me entretenían mucho más, con esas ilustraciones hechas en pleno acid trip del autor a las que yo consideraba absolutamente coherentes. Hop on Pop y Green Eggs and Ham eran casi una biblia.
En un intento de Toti pero seguramente más de Madre, por alentar mi escritura, recibí una máquina de escribir de juguete pero que tipeaba en serio. Jugaba a la secretaria con unas uñas postizas rojo furioso que me pegaba con ese pegamento especial y así circulaba por todos lados (esa era en realidad mi verdadera pasión).
En otro cajón, otro intento fallido. Otra máquina, pero esta vez de coser que también cosía en serio y era obviamente víctima de un abandono feroz de mi parte. La primera vez que me cosí el dedo la mandé a la mismísima mierda y debe haber sido entonces que decidí que nunca más cosería nada en mi vida. Nunca.
Y los mejores juguetes: cajones y cajones de ropa de mamá, bijou barata, camisones de raso, tacos altos y maquillaje que aprendí a manejar a la perfección a edad temprana. Veo que en definitiva sigo haciendo lo mismo y me divierto parecido, leo, veo cine, me pinto, me disfrazo y fantaseo mucho...