Tuesday, November 30, 2010

Or not to be



Las chicas bian deben mantener sus culos bien parados escalando las escalinatas de Palermo (cancha 1, no el barrio) ininterrumpidamente siempre que el cambio de chukker lo permita. Yo miro, observo. Esto de ser y no estar, estar y no ser. Estar adentro y afuera de todo. Esa es la mejor parte.
Hago los saludos de rigor y me encuentro con amigo separado e hija de larguísimas piernas y short de jean que pide una remera en plano ataque pre teen y señala stand.
-Olvidate, dice el padre.
-Es un afano; acá te pueden cobrar cualquier cosa por una boludez así.
Hago intento por explicarle.
-¿Y entonces quien compra?
Levantadita de hombros y planteo teen hecho y derecho.
-Todos menos nosotros tres, dice el padre.
Y hace un circulito con el dedo que cubre todo desde las laterales, Dorrego y las hordas que bajan en jean blanco y cuentaganado.

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Monday, November 29, 2010

Volver

Sueño que vuelvo a la casa de mis abuelos en Olivos, pero soy grande como ahora y recién me doy cuenta que estoy ahí cuando llego a la terraza. Y entonces miro a mí amigo y le digo que acá jugaba yo de chica, que esta es la terraza que una vez intenté inundar para convertir en pileta.
-Pero nunca funcionó, me detuvieron antes de que fuese pileta.
Mi amigo se ríe en el sueño y yo también.
-Nunca pensé que iba a poder volver. Lo loco es que mis abuelos no estén.
Y el no dijo nada.
Creo que tengo ganas de volver. Creo que quiero tocar el timbre un día y pedir permiso y caminar por ahí y salir a la terraza.
Ahora que estoy cada vez más cerca de irme de donde vivo, tengo ganas de volver.

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Tuesday, November 23, 2010

Drama Queen


-Siempre fuíste bastante teatrera, vos, de hacer caras y esas cosas. Mirate acá.
Toti me recuerda una vez más que su imitación preferida era cuando hacía la cucaracha muriéndose con el Raid. Básicamente me tiraba al suelo, levantaba brazos y piernas y me iba sacudiendo haciendo lo imposible por pararme en mis nuevas patas de artrópodo con exo esqueleto casi como el señor del libro de Kafka. A él le parecía hilarante y a mí me daba mucha gracia que el se riese tanto y dado que tenía unos 3 años lo podía hacer durante horas sin aburrirme. Eso y la cara de ñoqui. La cara de ñoqui era otro gran hit.
Hoy me llega blackberry message desde Colombia quejándose de mi silencio, preguntándome si esta época del año no era lo suficientemente inspiradora. La cosa es que si arranco, no paro y si te empiezo a hablar, te taladro con un monólogo en versión stand-up non-stop que después hay que bancarse. Y se me va la energía en eso. Como que es finita. Finita de limitada. Necesito reserva, prorratearla y nada de andar en el suelo y haciendo la cucaracha en loop.

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Wednesday, November 17, 2010

Parece


Parece que mi vieja era una bomba que se paseaba en pollerita de hockey por el club y mi viejo un rugbier que la miraba pasar desde la cancha. Parece que mi viejo tenía muchas minas y se enojó tanto cuando se encontró perdidamente enamorado de ella que una noche, en una fiesta, la empujó a la pileta. Son esos cuentos que arrancan con “tu padre” y ya sabemos dónde terminan.

Pídanme

Cualquier cosa.
Menos abstinencia de besos.
En puntitas de pie.

Friday, November 12, 2010

Julio en noviembre


Cuando éramos chicas, el padre de S nos subía a su Range, ponía un cassette y todo el camino al campo cerca de San Pedro escuchábamos a Julio Iglesias. Yo miraba por la ventana, veía los campos de la 9 a los costados y tarareaba "Lo mejor de tu vida" y pensaba lo raro que se sentiría la mina a la que se lo escribió. Eso que un tipo te cante Lo mejor de tu vida, me lo he llevado yo, tu experiencia primera, el despertar de tu carne, tu inocencia salvaje me la he bebido yo, me la he bebido yo. Digo, todo bien con el floklore de perder la virginidad pero tampoco era para que te escriban una canción y te lo griten así en la cara como si tu vida hubiese terminado ahí. Bueno, claro, dado que yo muchísimos años después perdería la mía en un Volkswagen 1500 evidentemente no me iba a identificar con Julito pero igual esta mañana me desperté cantando y todo el camino en el 111 tarareaba con movidita de hombros eso de Me va, me va, me va, me va, me va . Me va la vida, me va la gente de aquí y de allá. Me va la fiesta, la madrugada, me va el cantar. Me va el color si es natural.

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Wednesday, November 10, 2010

Evadir el roll


Después estaba, para las que habíamos optado por Softball, claro, la temporada de Gymastics, que supongo que en la época en que mi madre iba a la Benemérita Institución, era eso, propiamente dicho. Es decir, revolear un palito con una cinta alrededor del cuerpo, balancear una pelota que viaja por un brazo llegando a la punta de la otra mano, lanzarla al aire y atajarla tres verticales después o hacer saltos en los mats como Nadia Comaneci. También usar (para algo que no fuese jugar a los cowboys) ese potro con caballete forrado en cuero que había a un costado.
Los días de lluvia nos encerraban en el Old Hall, un espacio grande, con pisos enteros de parquet oscuro de un olor tan particular que si me llevasen hoy mismo con ojos vendados, podría inhalar y decir sin temor de confundirme: Estamos en el Old Hall, 1983. Apiladas contra las paredes estaban las colchonetas verdes pesadísimas que tenías que arrastrar como un cadáver después de un crimen, en las que hacías rolls, verticales y lo que fuere te indicase Miss Ethel. No había ni una Nadia Comaneci ni nada parecido en el grupo. Antes de empezar la clase, Miss Ethel agarraba la lista y leía los nombres. Había 3 respuestas posibles. Here si estabas presente, Uniform si te habías olvidado aunque sea un único ítem de todo el uniforme (medias blancas, remera con escucho, tracksuit, bloomers o pollerita y zapatillas blancas lisas) o Excused si tenías la suerte que madre, padre o tutor te hubiesen redactado una notita que adujese enfermedad. El Uniform te equivalía a un Order Mark o algún castigo semejante o bien directamente te bajaba el promedio, no me acuerdo. Con los años perfeccioné mi técnica y escribía de mi puño y letra “Please excuse my daughter from gym today as she is just recovering from a bad cold/just got her period/has a stomachache/was running a temperature yesterday afternoon/has a sore throat y las distintas excusas médicas que se me pudiesen ocurrir con el nombre de mi madre firmando abajo. Funcionaba la mayoría de las veces. Podía fracasar si se cruzaba (como era muy probable) con algunas de sus colegas y la interrogaban acerca de mi endeble salud.
El Old Hall era un antiguo salón de actos, el único que se usaba para las obras de teatro antes de que construyesen el New Hall, y contaba con un escenario con pisos de madera, de esos que te astillan si caminás descalza. Abajo del stage había todo un cuarto para guardar las escenografías y si lograbas destrabar las puertitas podías meterte adentro y esconderte ahí durante toda la hora de gym. Pero estaba bastante oscuro, encerrado y yo estaba segura de que podía haber ratas o peor aún, arañas. Eso hacía que soportase estoicamente la clase piola piola que si te ponés bien al fondo sólo tenés que hacer el roll cuando mis Ethel hace eye contact. Sino simplemente podías hacerte la agitada y pegar saltos en el lugar como recuperándote de una arriesgadísimo flip flap y terminar con ambos brazos bien en alto, casi triunfales. Cuando nos cansamos de gymnasitics y desesperadas por variar un poco, sugerimos practicar con el work-out de Jane Fonda. No puedo recordar si fui yo la de la idea macabra o quién, la cosa es que pedimos una TV que llegaba en carrito al Old Hall un rato antes de cada clase y alguien traía los VHS de su casa. Jane hacía circulitos enfermizos con los brazos, levantaba la patita histéricamente mientras estaba acostada en su propia colchoneta y todas la imitábamos al unísono hasta que decidimos que de repente no, que de repente “we thought we just might go back to the usual class, miss Ethel”. Y así buscando evadir el roll hasta fin de año. Casos perdidos.

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Tuesday, November 09, 2010

Sleepless

Me desvelo más o menos todos los días hace una semana en un horario que no confirmo pero que es cercano a la mañana porque se escuchan pájaros, esos pájaros que sólo se despiertan a la mañana bien temprano. Hago números mentales. Con mi ya poco talento para las matemáticas (cuento con los dedos y no sé las tablas) los cálculos se me hacen insostenibles y termino por sacar una mano de abajo de una almohada para poder contar y después tengo que complementarla con la otra porque no me alcanzan los dedos. Casi siempre me doy por vencida antes o me duermo.
Cuando me acuesto a dormir a la noche lo hago siempre boca abajo del lado derecho de la cama mirando hacia la ventana. Siempre. Y amanezco mirando a la escalera. Siempre. Durante la noche roto intermitentemente de un lado al otro y cambio las almohadas para que siempre la que está más fría me toque la cara. La otra la abrazo un poco y a veces le envuelvo una pierna. Para hacer los cálculos mentales, tengo que soltar una y hacer cuentitas con los dedos arriba del algodón.
Y ni así.

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Friday, November 05, 2010

Strike Three

Cuando empezaba el año, la Benemérita Institución te daba la oportunidad de tomar tu gran decisión deportiva (pudiendo optar entre Athletics, Hockey o Softball) que ibas luego a tener que sostener como un pequeño matrimonio por el resto del año. El hockey era sólo para las que jugaban en serio (la Benemérita produjo alguna que otra Leona) y no permitían ningún cachivache como yo aunque portase mi Karachi King Súper desde primer grado. Athletics era para las naturalmente dotadas, las que medían más de 1.50 y no se tropezaban con las vallas ni hacían castillitos en la arena en el potrerito ese asqueroso de salto en largo en el que seguramente meaban los gatos que deambulaban por ahí. El resto de los mortales caía indefectiblemente en la categoría de "pajeras del Softball". Tan así de lamentable era, que cuando surgían los encuentros intercolegiales, mandaban a un equipo "muleto" integrado casi exclusivamente por las jugadoras de hockey y las atletas olímpicas.
Sin embargo, esto no implicaba de ninguna manera zafar de los “qualifying marks” que había que anotar en una planilla cuando llegaba el "Athletics Season". Durante este temible período se lanzaban balas, las atletas volaban de espaldas en "High jump", clavaban sus pies en la arena (con meo de gato) y mucho cuidado de no anular su clasificación con un culo cayendo sobre la arena y manos apoyadas por detrás de la espalda. Yo en lo personal me dedicaba a lanzar jabalinas muy cerca, demasiado cerca, de Mrs. Leclercq.
Después sí, jugábamos mayormente al softball que era para lo que nos habíamos comprometido, una gran oportunidad para hacer nada. Los grandes huevos de mi vida los hice esperando para batear sentada en el pasto, evitando apoyarme en las líneas blancas de pintura diluida que hacía el jardinero empujando esa rara maquinita con una rueda para delimitar el área de hockey o los carriles de atletismo. Esperar para batear era toda una actividad en sí misma durante la cual podías charlar con tus compañeras de equipo sentadas a ambos lados o bien seguir atentamente el juego y hasta participar vocalmente con un ¡Strike! o siguiendo a alguien que bateaba tan bien que llegaba tranquilísima a tercera base con un pique final hasta pisar el almohadón polvoriento que marcaba el HOME al grito de ¡Safe!
Queda clarísimo a cuál de las actividades me dedicaba yo.
En esos momentos de desdicha cuando te tocaba pasar a la cancha y cambiar puestos, había también dos opciones: ser pitcher y lanzar la pelota (para lo cual yo tenía relativo talento) o bien elegir ser fielder y abrirte bien lejos en el campo con la mínima chance de participación activa en el juego, a menos que te tocase una eximia bateadora en versión Joe Dimaggio pero con bate. Poco probable. Si no, podías tranquilamente dedicarte a mirar pajaritos o mejor aún, relojear transeúntes que pasaban por Estrada del otro lado del cerco. Con suerte pasaba algún chico del San Andrés descarriado de su ruta habitual y tenías oportunidad de "ficharlo". Aunque no pasaba seguido.
Ya sabemos también, a cuál de las actividades me dedicaba yo.

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Thursday, November 04, 2010

Zen Mode



Pero con la práctica avanzada del Yoga, claro, logro tranquilizarme un poco. Inspiro, exhalo y me contorsiono.
Ahora que lo pienso, la pose de los pañales mirando el cielo, un antiguo saludo al sol, es una que me es sumamente cómoda aún hoy y me calma cualquier dolor de espalda. Uno no cambia mucho, apenas crece.
Estoy muy loca. Claro.

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Wednesday, November 03, 2010

Estados alterados


Más o menos así de enjaulada.
Más o menos los mismos niveles de madurez.
Más o menos las mismas ganas de que me vengan a sacar de acá.

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Tuesday, November 02, 2010

Definitivamente

Hay cosas que fueron hechas para ser resueltas por "los varones".

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