Y entonces me dice:
"Se me consigue YA unas orejitas de bunny puta tipo Hugh Heffner’s". Y yo, rauda y veloz empiezo a carburar, porque estos pedidos se cumplen y a la perfección. Ante la ausencia de un www.bunnyears.com, pienso en las opciones más coherentes (o las que me parecieron coherentes en el momento). Llamo a S y le pregunto, “dónde le comprás los disfraces a Juanita?, Tendrán orejas de conejo?”.
"Sí, supongo…PARA QUE????", pregunta. Debí prever que estas cosas iban a surgir cada vez que yo pedía el dato. Treintañera single buscando cotillón. Hmmmm, altamente sospechoso.
“Después te explico…”.
Parto a Tío Mario, primer piso “Disfraces” tal como indicó S. Esto es territorio desconocido, pero tengo instrucciones. Yo puedo manejar esto. Encima, vengo del laburo y re doy el look “madre jovenzuela con alta onda”. Pido orejitas de conejo como si nada; no había. Aunque sí un traje… lo pedí, tal vez incluía orejas y podía descartar todo lo otro y quedarme con las bunny ears!!!! Disimulé un poco mi alegría, no así mi desilusión cuando la vendedora avanza con el “traje”. En realidad se trataba de un pijama rosa diminuto, esos con patas incluidas, capucha incorporada, orejas pegadas al disfraz, gran pompón en la cola y obvio para 3 años piso. Partí con un “gracias” por la puerta. Esto no estaba funcionando.
Dato 2, me lo tira A; casa de disfraces y cotillón en Malabia y Charcas. Entro y reviso un poco. Celeste Cid compraba cotillón para el cumpleaños de su primogénito de apellido francés. La miro, me mira. Probablemente se habrá sentido hermanada en esa rara tarea de comprar el cotillón por primera vez. La miro nuevamente. “You got the wrong chic, babe”, pienso. “I’m going more for the porn bunny…”.
Abreviando, había orejas de osito, elefantito, mono, pero ni un puto conejo. Esto se estaba poniendo complicado. Y de repente, una lenta epifanía, digo lenta porque debía haber sido lugar Nro 1. El sex shop de Cabildo, el de la galeria, el que salís con una bolsa violeta botona que te sacan a tres cuadras de distancia y te gritan “Esa compró chiches!!!”.
CH me acompaña, entramos, pido “el de conejita” y estaba en actitud compulsiva así que por poco arraso también con “guerrillera”, “diablita”, “enfermerita” y todos los rubros, en diminutivo obvio. Porque se ve que la diabla es mucha más puta cuando es diablita.
La cuestión, llegué a casa con bolsa violeta, cajita que parece de confitería con papeles de seda blancos adentro y el “bunny outfit” en tonos rosa bebé y peludito y ponponazo en la cola, va en en la tirita de atrás que te querés morir y Ch con ataque de risa porque dice que le escatimé en el baño de crema de Alpha Parph que salía $50 y duraba años y ahora le salgo con esta.
“Es por una buena causa Chu”.