Family Ties
En esos
cumpleaños, cuando ya se había ido todo el mundo, Toti decidía que las pocas
que quedábamos podíamos jugar a las escondidas pero con una vuelta de tuerca.
Era él el que te escondía en algún lugar y el resto tenía que buscarte. Pero el
asunto no era tan sencillo: el tipo te trepaba, por ejemplo, a lo más alto de
la enorme biblioteca del living, te ponía libros a cada costado y te hacía
sostener un jarrón y jurar que te ibas a quedar quietísima y muda por el tiempo
que fuese. Lo que sucedía, generalmente, es que el resto miraba en tu dirección
y por algún motivo pasaba de largo con la mirada y no te descubría. También
estaba el canasto de la ropa de lavar, hecha una bolita minúscula y silenciosa
o de estatua detrás de los impermeables colgados en el baño de abajo. La clave
era desaparecer, confundirte con el ambiente como para no llamar la atención,
una práctica camaleónica de supervivencia que yo ya manejaba a la perfección.
Mi tío
dice que su familia le parecía tan rara, tan ajena, que cuando jugaba en el
fondo del jardín donde vivían cerca de la quinta presidencial, miraba la casa
encendida y sus integrantes y pensaba:
“Algún
día me van a venir a buscar, mi verdadera familia, estos no pueden ser en serio
los que me tocaron.”
Dice
que ya pensaba eso de muy chiquito, que había caído en el lugar equivocado. Si
hubiese existido Spielberg supongo que hubiese manejado la cuestión alienígena, pero no, más bien pensaba en algunos
seres bastante normales, muy humanos que iban a tocar el timbre un día y rescatarlo.
Mi
padre que lo quiere mucho porque a los hermanos se los quiere y además el
quiere porque quiere, dice que de chico era un mierdita que le rompía las
muñecas de porcelana a mi tía, les rompía la boca con una cuchara y decía que
era porque las estaba “operando de la garganta”. Por suerte Freud no caminaba
por Olivos, todavía.
Mi
viejo se fue tarde de esa casa, demasiado. Antes, vivió solo en un cuarto que
había en el fondo del jardín porque mi tío se había "casado de apuro" y hasta
conseguir lugar donde vivir se quedaron todos ahí. En dulce montón. Como en una
telenovela barata de la media tarde en canal trece. Mi viejo también miraba la
casa desde el fondo del jardín, pero no fantaseaba rescate (supongo) y según mi
madre se quedó demasiado. De repente nunca se fue y simplemente se casó con mi
madre y fingió crecer, dirigir cine, ganar plata, perderla y ser mi padre.
Labels: Herencia, Me adorable me, Misplaced Childhood, Mother, Toti