Sunday, March 31, 2013

Family Ties


En esos cumpleaños, cuando ya se había ido todo el mundo, Toti decidía que las pocas que quedábamos podíamos jugar a las escondidas pero con una vuelta de tuerca. Era él el que te escondía en algún lugar y el resto tenía que buscarte. Pero el asunto no era tan sencillo: el tipo te trepaba, por ejemplo, a lo más alto de la enorme biblioteca del living, te ponía libros a cada costado y te hacía sostener un jarrón y jurar que te ibas a quedar quietísima y muda por el tiempo que fuese. Lo que sucedía, generalmente, es que el resto miraba en tu dirección y por algún motivo pasaba de largo con la mirada y no te descubría. También estaba el canasto de la ropa de lavar, hecha una bolita minúscula y silenciosa o de estatua detrás de los impermeables colgados en el baño de abajo. La clave era desaparecer, confundirte con el ambiente como para no llamar la atención, una práctica camaleónica de supervivencia que yo ya manejaba a la perfección.
Mi tío dice que su familia le parecía tan rara, tan ajena, que cuando jugaba en el fondo del jardín donde vivían cerca de la quinta presidencial, miraba la casa encendida y sus integrantes y pensaba:
“Algún día me van a venir a buscar, mi verdadera familia, estos no pueden ser en serio los que me tocaron.”
Dice que ya pensaba eso de muy chiquito, que había caído en el lugar equivocado. Si hubiese existido Spielberg supongo que hubiese manejado la cuestión alienígena, pero no, más bien pensaba en algunos seres bastante normales, muy humanos que iban a tocar el timbre un día y rescatarlo.
Mi padre que lo quiere mucho porque a los hermanos se los quiere y además el quiere porque quiere, dice que de chico era un mierdita que le rompía las muñecas de porcelana a mi tía, les rompía la boca con una cuchara y decía que era porque las estaba “operando de la garganta”. Por suerte Freud no caminaba por Olivos, todavía.
Mi viejo se fue tarde de esa casa, demasiado. Antes, vivió solo en un cuarto que había en el fondo del jardín porque mi tío se había "casado de apuro" y hasta conseguir lugar donde vivir se quedaron todos ahí. En dulce montón. Como en una telenovela barata de la media tarde en canal trece. Mi viejo también miraba la casa desde el fondo del jardín, pero no fantaseaba rescate (supongo) y según mi madre se quedó demasiado. De repente nunca se fue y simplemente se casó con mi madre y fingió crecer, dirigir cine, ganar plata, perderla y ser mi padre. 

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5 Comments:

Blogger BeeMyChef said...

Caro, cómo me hubiera divertido jugar a esas escondidas!

2:33 PM  
Anonymous Anonymous said...

Muy buwno, Char! Te extrañaba. AC

8:10 PM  
Blogger elultimorejondeltarro said...

Uy te escribi y no se si salio. Bueno te decia que me encanto este post. Escribis muy lindo!!!
Besos.
Lau

5:08 AM  
Blogger elultimorejondeltarro said...

Muy lindo. Me encanto este post. Me imagine todo. Que lindo escribis. Besos
lau

5:08 AM  
Blogger Kaki said...

Muy bueno.
No se si leiste "retrato de un hombre invisble" es un cuento de Paul Auster sobre su padre recientemente muerto. El siente la necesidad de escribir sobre su padre
y lo hace juntando muchas anecdotas. Es muy bueno que vos lo hagas en vida (de él). Yo me di cuenta tarde.
Saludos

7:51 AM  

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