40 años después
Mis padres se casaron en una capillita diminuta de Martínez, Santa María de La Lucila, que en realidad pienso que es La Lucila porque es a unas cuadras de Paraná que es sabido es la calle que divide una localidad de la otra. Santa María de La Lucila está en el medio de una placita, tiene un jardín en el que en esos tiempos (hace 50 años) podías hacer la fiesta y es una construcción “simple y austera” según las palabras de mi madre. Supongo que Toti accedió a casarse ahí a pedido de ella y ella lo habrá pedido para que sus padres no le rompan demasiado.
Mi madre tenía puesto un vestidito de broderie mini (en esa época las chicas se casaban en minifalda) que nunca vi en foto pero usaba para disfrazarme de chica. De líneas simples y austeras como la capilla en la que se casó, creo que terminó reciclado en otra cosa.
Tampoco hay fotos de la fiesta; sí una filmación desaparecida ya que los cameramen que mi padre (el director de cine) había contratado para la ocasión, se empedaron y perdieron las tortas (de película, no de boda). Y así fue que nunca vi ni una foto ni una película del evento. Es todo un cuento que tengo en mi cabeza y retazos de un vestido de broderie con el que jugaba.
Mi madre eligió la misma capilla para bautizarme, 10 años después, cuando yo era bastante grandecita. En las fotos ya tengo rulitos dorados y zapatos pequeñísimos con agujeritos en el frente. Y cara de terror.
Mi madre me dice que mientras volvía de una reunión en Olivos ayer, pasó por la puerta de Santa María de La Lucila y decidió entrar unos 40 años después. Parece que el lugar sigue igual, la misma austeridad, las mismas paredes blancas. Dice que se sentó un rato, pensó en lo que había pasado ahí tantos años atrás, en los que ya no estaban, agradeció otro tanto (no es una mujer religiosa) y caminó el resto del camino hasta su casa. 40 años después.
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