The Lord of the Manor
Y resulta ahora que me dan miedo las cosas, en realidad no "las cosas" sino más bien "algunas" cosas. Cosas como dormir las tres solas la primer noche en Little House in the Big Woods, cosas como imaginarme desde escenas de la malísima Blairwitch hasta Sasquash haciéndose camino entre las piñas del lugar. Porque little House in The Big Woods quedaba tan literalmente en The Big Woods que lo más cercano no quedaba a una distancia lo sufientemente audible para un grito en el medio de la noche, para tres gritos en el medio de la noche.
¿Qué distancia recorre el sonido de un grito en el medio de la noche? Me respondí sola que como hasta la casa naranja que se ve chiquita del otro lado de estos árboles. No me sirvió de mucho consuelo y me metí primera en la cama para dormirme antes mientras las otras dos se lavaban los dientes, cambiaban, peleaban por la cama más grande y hacían ruido con el cierre de los bolsos que se abrían y se cerraban.
Y así, con las dos manos abajo de la almoahda y la cabeza mirando al lado derecho (generalmente intento dormirme así) me doy cuenta de un dato tremendo: me daría menos miedo si en la casa hubiese un hombre, un varón con V, ahí me daría menos miedo. Ilusa. ¿Desde cuándo esto? Tomo nota para Sr. Transferencia. No es dato menor. Casi lo veo sonreir desde su silloncito al muy turro.
Al día siguiente con el sol que pegaba justo sobre la ventana de nuestro cuarto, Little House in the Big Woods parecía totalmente amigable y de lo más razonable encontrarlas a Carrie y Laura jugando afuera mientras la Sra. Ingalls calentaba el desayuno.
La segunda noche fue distinta. En el camino hasta la casa nos informan del robo en el lugar. Los policias en su camionetas blancas aseguran que los ladrones deben andar por el lugar. ¿No era acá que la gente no trababa las puertas de sus casas? En fin. Cuando llegaron al lugar concluyeron que la casa robada había sido la nuestra. Razonamientos deductivos básicos. Lo único que vieron fue un cuarto revuelto como si le hubiese pasado un twister por el centro. Bombachas, corpiños, maquillaje, n remeras blancas negras y de colores, tacos, zapatillas, botellas de perfume, bikinis mojadas del día, ojotas y toallas. No eran los cacos. Era nuestro cuarto.
-No, no entraron acá señor. Es nuestro cuarto, acá no falta nada, lo que pasa es que salimos apuradas…
Cuando se alejaron nos miramos.
-No da, boluda. Pensaron que habían rateado en casa. Ordenemos.
Esa noche ya habían llegado el resto de los invitados. Entramos las tres a dormir en nuestro pequeño Vietnam dentro de la casa asignada en el mail. Las otras dos casas estaban lejos. Con cacos dando vueltas y tres varones durmiendo a dos cuartos del nuestro, yo dormí como una reina hasta las 11 y 17.
Labels: Expedición Robinson
9 Comments:
Dear Charlotte:
estoy fanatizada con su blog! que habra pasado en Uruguay! que intriga...
ud. es una mujer afortunada Ch.
saluttis
"¿No era acá que la gente no trababa las puertas de sus casas?"
Estupendo.
mire charolette en un momento de la vida (este) las "V" empiezan a garpar, se la mire por donde se "los" mire..ups! se lo aseguro...y bueno, con mr transferencia solo relax.
Una vez cuando entraron a robar a casa, los policías subieron a mi cuarto y dijeron "acá también revolvieron las cosas" mi respuesta fue: "no, soy yo que soy desordenada". Cuando se fueron mi vieja lo único que me dijo fue "hija de puta!"
Excelente blog, Miss Ch!
Muy de acuerdo con jacky brown.
es cierto, como rompen estos de mercado libre, tendría que cobrarles Charlotte
las cosas que nos meten en la cabeza desde chiquitas...
Charol, es en Canadá (ver "Bowling for Columbine") donde la gente no traba la puerta de las casas.
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