Ejercitando temple. Una mujer y su gancho
Hay cosas sin las que yo definitivamente no puedo vivir, de esas fundamentales en las que una piensa en llevarse a Expedición Robinson aparte del buen libro y la Dermaglós. El gancho de pelo. Trato de recordar un día de mi vida de mujer adulta sin mi gancho de pelo de turno, desde el simil caparazón de tortuga hasta el floripondio lila. No lo encuentro y cuando me vienen imágenes, son solo de angustia y desesperación, de manotear adentro de la cartera, en el costado de la campera de cuero, el cable del teléfono, la cintura del jean en su búsqueda. (Decir el gancho de pelo es tonto, porque cualquier mujer a la que le pidas un gancho va -ante todo- a pensar en un gancho para el pelo a menos que lo llame broche o a menos que viva en otro país hispanoparlante). El gancho te agarra el pelo cuando te maquillás, cuando te demaquillás, cuando salís de la ducha, cuando te das un baño de espuma, cuando hace calor y querés aire en la nuca, cuando cocinás, cuando salís del mar y en mi caso es además un perfecto asistente de peluquería. El gancho me ayuda así como Juanita a Doña Petrona, me ayuda a peinarme, a lograr un estado perfecto entre mi pelo yo.
Me lavo el pelo y me lo seco levemente con el secador. Después hago un semirodete en la mitad de la cabeza y lo dejo durante un rato. Cuando lo suelto está así como tiene que estar y eso no se puede explicar.
Mi primer gancho fue B+D (Buch & Deichmann) o algo por el estilo. Lo compré en un negocio de chucherías que había sobre Libertador a pasos de Vía Flaminia. Yo tendría unos 13 años e incomprensiblemente había dependido de todas las variantes de hebillas y asquerosas gomitas posibles en lo que iba de mi vida. ¡Qué placer el mundo de posibilidades que ofrece! Creo que descubrir el gancho fue más trascendente que despedirme de mi hímen complaciente.
El lunes perdí el gancho con lo último que quedaba de mi flora intestinal. Me inquieté. Busqué a diestra y siniestra. Nunca apareció. Pensé en correr a un Todo Moda, Todo para tu Pelo, Todo por Dos Pesos en busca de uno a la medianoche. Desistí.
Acá estoy, sin gancho desde el lunes y concluyendo que puedo sobrevivir sin varias cosas en mi vida y a punto de hacerlo extensivo a otras varias más.
Me lavo el pelo y me lo seco levemente con el secador. Después hago un semirodete en la mitad de la cabeza y lo dejo durante un rato. Cuando lo suelto está así como tiene que estar y eso no se puede explicar.
Mi primer gancho fue B+D (Buch & Deichmann) o algo por el estilo. Lo compré en un negocio de chucherías que había sobre Libertador a pasos de Vía Flaminia. Yo tendría unos 13 años e incomprensiblemente había dependido de todas las variantes de hebillas y asquerosas gomitas posibles en lo que iba de mi vida. ¡Qué placer el mundo de posibilidades que ofrece! Creo que descubrir el gancho fue más trascendente que despedirme de mi hímen complaciente.
El lunes perdí el gancho con lo último que quedaba de mi flora intestinal. Me inquieté. Busqué a diestra y siniestra. Nunca apareció. Pensé en correr a un Todo Moda, Todo para tu Pelo, Todo por Dos Pesos en busca de uno a la medianoche. Desistí.
Acá estoy, sin gancho desde el lunes y concluyendo que puedo sobrevivir sin varias cosas en mi vida y a punto de hacerlo extensivo a otras varias más.
10 Comments:
Charlotte, usted está perdiendo la cabeza pero siga así, siga así que me encanta.
Excelente Charlotte.. y el gancho da para más.. se podría incluso dedicarle un blog al gancho, donde cada una/o pudiera comentar experiencias personales para con el gancho, que de seguro son infinitas..
Get well soon!
odiamos los ganchos
nunca enganchan mi pelo
malditos
nos gustan, pero no nos sirven
Indispensable para el sexo.Aquí y en Río Cuarto.
Charlotte, definitivamente está usted enganchada al gancho.
mmmm, demasiado fácil el chistecito, ¿no? prometo esforzarme más la próxima vez
habrá sido NEW YORK´S LOOK el negocio donde adquirió su primer gancho?
hay una tarea incómoda de realizar con el gancho puesto, y es manejar; no te permite relajar la cabeza para atrás, y quedás con tortícolis....
Charlotte, a ver si entendí... Sería como el "monda" para Minguito... Mucho más que una herramienta dental, un toque estético, un alfiler, un Grattoire, un puntero, un chicle, un arma, un vicio! una extención de su propio yo... o más bien, como la bolsita de plástico para la jubilada...? No viste que ta lleno de viejas, que además de la cartera siempre llevan una bolsita con boludeces...?
ENE
mi tema con el gancho es que cuando salís del agua,tenés que sacártelo y acomodarlo hacia arriba porque sino te llega a formar parte de la masa encefálica...
Comparto plenamente la dependencia loca del gancho.
Pero en mi caso su pérdida/ruptura es irremable (y de hecho creo que los ganchos son más propensos a romperse que cualquier hímen complaciente).
También descubrimos con una amiga que otro elemento contrafóbico que no puede faltarnos *jamás* en la cartera es el tapaojeras.
charlotte: ya no sé de qué se está hablando, dejá los ganchos y las ondas, que nunca te faltaron. extraño otras épocas, te extraño en otras épocas.
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