And so what if I love each sparkle and each bangle

Después de detestarme intermitentemente durante gran parte del fin de semana sin razón aparente, con la salida del sol del domingo todo cambió. Floto a la deriva en una colchoneta en la pileta. Protección alta por todos los rincones y grandes anteojos de sol. Cada tanto corro la tirita para verificar el progreso y asegurarme de que no queden marcas. Vuelta y vuelta. La colchoneta plana es ideal para tirarse boca abajo con el libro. Si nadie decide tirarse de cabeza y generar un pequeño Tsunami, no hay riesgo de volcar. (¿Existe una palabra en español para capsize?). La otra colchoneta en forma de sillón fue creada para leer de frente, casi sentada y flotar sin rumbo fijo. Cuando llego a los bordes con la punta del pie me empujo apenas -sin fuerza- pero es suficiente para impulsarme al medio de la pileta y de ahí un rato hasta chocar con otro borde.
La mañana de hoy es distinta. El quemado suavecito me queda definitivamente bien, pero bien hacia adentro. Elijo una túnica blanca de Turquía con un lazo verde, los jeans y unos tacos. Un porcentaje de humedad más que clemente para el pelo, brillo, rimmel, y un polvo apenas iridiscente en las mejillas. Cambia, todo cambia.
Why not see things from a different angle? dice la canción en la radio que tiene puesta el taxista.