Monday, February 13, 2012

Envenenada

La cosa es así. Un día, sí, UN día en el año vos te sentís mal. Te duele la panza, te retorcés en la silla y no te quejás demasiado porque no es tu estilo quejarte demasiado. Porque básicamente te rompe las pelotas la gente que se queja.
Y entonces, cuando llamás a tu padre para ver cómo está (porque esto no dejás de hacerlo, claro, más allá del retorticón) tal vez con la idea de que tu malestar lo distraiga de su larga lista de males que se encarga de repetirte en cada conversación (cada beso, cada abrazo y completo la canción), que lo distraiga y por qué no que pregunte, que se interese, que desenfoque la fascinación con el propio ombligo y traslade; a mí me funciona al menos.
Pues no. Más malestares. Propios y ajenos. No olvidemos que también hay tías y tíos con padeceres. De repente cualquiera diría que esto es una competencia.
Y siempre fui tan mala compitiendo.
Tan mala que dejo ganar pero lo hago con bronca. Resentida.
-¿En algún momento registraste que la que se siente mal soy yo? Digo, ¿puedo?
Victimización. Hay que sostener el personaje. De los dos lados.
Para lo que definitivamente tengo talento y gano siempre es para la culpa (ahí les rompo el culo a todos) y dos segundos después cuando registro la voz quebrada del otro lado me toma por completo y la ejerzo como si fuese un derecho universal del niño (de 41).
Me había hecho una firme promesa a mí misma en algún momento del año pasado. Pero se ve que a veces, hasta cuando compito conmigo misma, pierdo.

Labels:

2 Comments:

Blogger Unknown said...

Wow sos como mi hermana leerte es como estar en si cabeza te sigo Saludos

12:36 PM  
Blogger Marietta said...

uffff

no se, a mi me sirve cuando me siento mal recluirme y no hablar con nadie que me compita en males de ningún tipo, eso si, si aparezco a pedir ayuda es porque estoy borderline hospitalización. Gajes de hacerme la superada...

Que te mejores!

4:28 PM  

Post a Comment

<< Home