Sangre en tierra
Yo tenía una abuela. Azucena. Mitad de mis primos le decían "Mami", la otra mitad "Azu". Azucena era madre de Toti y alguna vez le escribieron un tango. Azu era más inocente que nadie que haya conocido; sus propios hijos le decían Caperucita. Yo no sé si Azu era o se hacía. Mitad y mitad supongo.
Mi abuela Azucena hacía ejercicios diarios a lo largo de su pasillo, “alitas” les decía y caminaba rapidito batiendo los brazos a los costados y te convencía que le hacía bárbaro. A sus 95 y largos yo le creía. A los 90 decidió empezar a fumar y eligió Virginia Slims finitos. Azu te agarraba los cachetes, te miraba a los ojos y te decía que eras claramente lo más lindo que había visto en toda su vida. Y también le creías aunque le dijese lo mismo a los otros nietos (pero creo que todos nos íbamos pensando que con nosotros tenía algo especial). Un arte.
Mi abuela se murió y dos minutos antes de hacerlo llamó a sus tres hijos para darles un beso y así sin mayores espamentos se fue. Pidió que la cremen como su marido y como el resto de la familia salvo Toti que dice quiere ser embalsamado con un vaso de champagne en la mano cuando me quiere molestar.
Toti se parece mucho a mi abuela Azucena. Hoy estaba más parecido que nunca y tiene mucho de eso de Caperucita que tenía ella, que en realidad, en términos psicoanalíticos yo diría que se parece más a la negación entre otros mecanismos.
-Hoy me encontré con un tipo de Olivos que jugaba al rugby conmigo. Hecho mierda. Parkinson. Yo te digo, prefiero no saber cómo sigue esto.
"Esto" sigue avanzando despacito, a veces de forma más obvia, a veces imperceptible gracias a la Levodopa. Después como una sesión de comic relief de cualquier tragedia shakesperiana me imita a los pacientes del departamento de Movimientos Anormales de Fleni que vio el viernes. Camina tipo los zombies de Thriller de Michael Jackson pero espasmódicos y más deformes. Se sacude en todas las direcciones.
-Ay, Toti please, aflojá.
Y el sigue bailando por el departamento sabiendo que está autorizado a reírse.
Me hizo acordar a mi abuela Azucena haciendo alitas, mi abuela Azucena que me heredó la piel y algunos lunares (que no le perdono) y esa cosa que dicen que tenía de amanecer cantando.
Mi abuela Azucena hacía ejercicios diarios a lo largo de su pasillo, “alitas” les decía y caminaba rapidito batiendo los brazos a los costados y te convencía que le hacía bárbaro. A sus 95 y largos yo le creía. A los 90 decidió empezar a fumar y eligió Virginia Slims finitos. Azu te agarraba los cachetes, te miraba a los ojos y te decía que eras claramente lo más lindo que había visto en toda su vida. Y también le creías aunque le dijese lo mismo a los otros nietos (pero creo que todos nos íbamos pensando que con nosotros tenía algo especial). Un arte.
Mi abuela se murió y dos minutos antes de hacerlo llamó a sus tres hijos para darles un beso y así sin mayores espamentos se fue. Pidió que la cremen como su marido y como el resto de la familia salvo Toti que dice quiere ser embalsamado con un vaso de champagne en la mano cuando me quiere molestar.
Toti se parece mucho a mi abuela Azucena. Hoy estaba más parecido que nunca y tiene mucho de eso de Caperucita que tenía ella, que en realidad, en términos psicoanalíticos yo diría que se parece más a la negación entre otros mecanismos.
-Hoy me encontré con un tipo de Olivos que jugaba al rugby conmigo. Hecho mierda. Parkinson. Yo te digo, prefiero no saber cómo sigue esto.
"Esto" sigue avanzando despacito, a veces de forma más obvia, a veces imperceptible gracias a la Levodopa. Después como una sesión de comic relief de cualquier tragedia shakesperiana me imita a los pacientes del departamento de Movimientos Anormales de Fleni que vio el viernes. Camina tipo los zombies de Thriller de Michael Jackson pero espasmódicos y más deformes. Se sacude en todas las direcciones.
-Ay, Toti please, aflojá.
Y el sigue bailando por el departamento sabiendo que está autorizado a reírse.
Me hizo acordar a mi abuela Azucena haciendo alitas, mi abuela Azucena que me heredó la piel y algunos lunares (que no le perdono) y esa cosa que dicen que tenía de amanecer cantando.
Labels: Herencia, The Parkinson's Journal
7 Comments:
reírse así, a lo bestia, burlar, alivia. es lo q más alivia.
con razón sos tan Charlotte. tenés unos genes! esa Azu se merece un tag y muchos posts, me parece.
Sos linda. Por dentro y por fuera. Y sensible. Eso garpa.
Buen post, nena.
Qué buena la descripción de Toti bailando por el departamento... Punzante!
Medio melanco, no?
increible que llamó antes para dejar un beso. me dió emoción.
Los llamó "al cuarto" y se murió. Tremendo no?
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