Intoxicada
Yo soy una mina escencialmente desordenada. Hay que admitirlo. Papeles, libros apilados, ropa, bombachas, corpiños que cuelgan, n pares de zapatos fuera de sus cajas. En fin, es indisimulable. Alguien me dijo alguna vez que tenía que tener un sommier.
-¿Y dónde mierda escondés el quilombo cuando viene alguien sin avisar?
Asomarse abajo de mi cama es como entrar en uno de los cuentos de Narnia.
Pero hay cosas que me desconciertan de mí misma. Viendo mi última compra de supermercado, cualquiera diría que:
a) Tengo una obsesión enfermiza con la limpieza (todos los que me conocen puede aseverar que en mi caso no llegaría jamás a tocar la obsesión ni de cerca)
b) Estoy haciendo un intento por expiar pecados sexuales a través del rasqueteo y el encere.
No es el caso de a ni b. La limpieza no me obsesiona y mis faux pas sexuales recientes no son tales, están perdonados, justificados, hasta celebrados diría. Y en el peor de los casos no se borran con Blem superficies modernas.
Ahora, lo que no entiendo es el beneficio secundario de encontrarme un domingo a la tarde con los guantes de goma verde con felpa interior tamaño pequeño (te los podés medir en el mismo envase apoyando la mano) , el pelo levantado con gancho, la peor joggineta del placard, todas las variantes del Cif (baños, pisos plastificados, vidrios, cocina, oxi blabla y así) alineados en la barra como soldados listos para la batalla, las esponjas con y sin cuadriculado verde, las ballerinas amarillas nuevitas (tienen vida útil, al morir huelen) agachada en 4 patas fascinada con lo que supuse era una pequeña colonia de hongos que se le dio por crecer en una esquinita minúscula de un azulejo. Ataqué con furia. Con furia y cepillito de dientes y Ayudín Antihongos. ¿Dónde, dónde radica el placer? Y es durante, eh, no cuando está todo terminado y reluciente. Es durante. Es el momento ese mareada con todos los vapores de todos los productos (la cuenta sumó unos $97, había vapores de sobra). Mi neurosis jamás deja de sorprenderme.
-¿Y dónde mierda escondés el quilombo cuando viene alguien sin avisar?
Asomarse abajo de mi cama es como entrar en uno de los cuentos de Narnia.
Pero hay cosas que me desconciertan de mí misma. Viendo mi última compra de supermercado, cualquiera diría que:
a) Tengo una obsesión enfermiza con la limpieza (todos los que me conocen puede aseverar que en mi caso no llegaría jamás a tocar la obsesión ni de cerca)
b) Estoy haciendo un intento por expiar pecados sexuales a través del rasqueteo y el encere.
No es el caso de a ni b. La limpieza no me obsesiona y mis faux pas sexuales recientes no son tales, están perdonados, justificados, hasta celebrados diría. Y en el peor de los casos no se borran con Blem superficies modernas.
Ahora, lo que no entiendo es el beneficio secundario de encontrarme un domingo a la tarde con los guantes de goma verde con felpa interior tamaño pequeño (te los podés medir en el mismo envase apoyando la mano) , el pelo levantado con gancho, la peor joggineta del placard, todas las variantes del Cif (baños, pisos plastificados, vidrios, cocina, oxi blabla y así) alineados en la barra como soldados listos para la batalla, las esponjas con y sin cuadriculado verde, las ballerinas amarillas nuevitas (tienen vida útil, al morir huelen) agachada en 4 patas fascinada con lo que supuse era una pequeña colonia de hongos que se le dio por crecer en una esquinita minúscula de un azulejo. Ataqué con furia. Con furia y cepillito de dientes y Ayudín Antihongos. ¿Dónde, dónde radica el placer? Y es durante, eh, no cuando está todo terminado y reluciente. Es durante. Es el momento ese mareada con todos los vapores de todos los productos (la cuenta sumó unos $97, había vapores de sobra). Mi neurosis jamás deja de sorprenderme.
10 Comments:
Tus neurosis son adorables. Te aviso.
Cuidado con las mezclas y los vapores. No sea cosa que termine en una guardia como la que suscribe.
A mí me da la limpia loca cuando me siento mal y pienso que me voy a quedar seca, no me gustaría que me encontraran con quilombo en la cocina.
Cuando termines estas invitada a mi casa... si seguis inspirada. A mi las obsesiones higienicas me coniciden con la furia irracional y con los ciclos menstruales, asi que hasta dentro de 10 dias, si no me enojo hasta ponerme roja por una tonteria, esta casa se cae abajo. O terminamos ahogados por un desborde del canasto de la ropa sucia.
Tengo un amigo sociólogo que participó en una investigación sobre los cocktails de producto de limpieza que preparan las amas de casa. Desopilante. Lo que nadie parece saber es que hay combinaciones peligrosísimas.
Me encanta como escribis y lo que contas, gracias por "actualizar" siempre.
Vero.
dios, qué familiar que suena todo esto.
respecto del comment del Almirante, creo que los cócteles son estimulantes, aunque presenten problemas en el largo plazo (esos ataques no pueden darse más de una vez al mes).
saludos,
yo me intoxico con el olor que despide el cif antigrasa. es totalmente asqueroso!
He experimentado eso. Una tía vieja decía que era la adrenalina del sexo.
A mí me pasa y en mi caso es una distracción. Evasión total.
Beso
Bueno, yo tengo siempre una neurosis importante y varias secundarias, así que no me ha sorprendido su texto. Si me ha gustado, y mucho.
Me quedé preguntando dos cosas:
- ¿quién entra en una casa ajena y se fija debajo de la cama para comprobar la limpieza? Ni mi vieja haría eso....
- con respecto a eso de expiar pecados sexuales a través del rasqueteo y el encere...¿no probó a arrancar las etiquetas de las botellas? Le recomiendo, en particular, las de las botellas chicas de cerveza, que cuando se sacan del frío, queda la etiqueta húmeda y facilita la labor...
Bueno, nada más. Un saludo.
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