CL17
Caminando por Balcarce pasás por las "modestísimas" instalaciones que tiene el SUTERH que pareciera opcupan toda la manzana, aunque no. Cuando te vas acercando a Venezuela se huele ese inconfundible olor a cloro tibio que sólo hay en esas piletas gigantes que humean apenas en pleno invierno. En ese mismo momento aspiro y estoy nadando abajo del agua, abro los ojos y veo las líneas negras pintadas en el fondo y más allá lo hondo, esa parte en la que están flotando los chicos más grandes (¿los de 6?), y en la que yo trato de acelerar para que se termine rápido. No es que me de miedo el agua, para nada, es que en lo hondo hay cosas, bichos, animales, monstruos y por eso te tenés que apurar para volver. Nunca pasa nada al final, pero igual...
Cuando salgo, mamá me espera con una toalla calentita que debe haber apoyado en un radiador en el vestuario y me hace upa.
Yo también debo tener olor a cloro.
Labels: Charlotte on Smells, Mother
2 Comments:
Olaa!
Preciosa la entrada (:
ya te sigo (:
que lindo ! yo tambien le caliento la ropa o toallas a los chicos.
Post a Comment
<< Home