Friday, June 19, 2009

Dinner con los Mac

La otra noche como con, llamémoslos los Mac. Son 4 hermanos, dos y dos. Los Mac son mi infancia, un poco mi adolescencia, otro poco familia. Tenemos como dos segundos para aclimatarnos y después es todo igual como hace 20 años, 30, como si nos hubiésemos visto antes de ayer. Como si yo sólo tuviese que subirme a mi bici, seguir por Rosales y pegar la vuelta, trepar las escaleritas, tocar el timbre, escuchar los ladridos de Jock (el cocker Spaniel neurótico) y esperar a que me abran.
-¿Puedo sacarlo a pasear?
En casa no había perro, no estaba permitido. Tortuga, gato, conejo, hámster, gusano de seda y Sea monkey sí. A eso estaba limitada mi licencia zoológica. Perro no. Your mother´s a cat person, your dad´s a dog person. That explains a lot of things maybe.
Enfrente a lo de los Mac, había una filita de árboles de mora que se convirtieron en el gourmet point para mis gusanos de seda, esos que había comprado en el mercado negro de la Benemérita Institución. El cartoncito en el que vinieron pegados los huevos secos de gusano fue abandonado en un cajón por meses. Un día lo abrí y ahí estaban las crías diminutas y famélicas. El árbol enfrente de los Mac pelado, yo desesperada. Los gusanos de seda no comen pasto, ni espinaca, ni lechuga ni rúcula. Hojas de mora. Nada más.
Pedaleaba hasta la casa todos los días hasta que salieron los primeros brotes (verde flúo pegaditos a las ramas peladas) que arranqué con cuidado y tiré adentro de la caja de zapatos con el cartoncito a mi primer lechigada de monstruos voraces. Y así todos los días hasta que iban poniéndose enormes, blancos y carnosos y por suerte se convertían en chizitos y después en polillas asquerosas a las que liberé a la buena de Dios porque les tenía miedo.
Creo que Jock se murió de viejo, los Mac se mudaron a unas cuadras y yo me fui definitivamente de Olivos para no volver. La otra noche comimos juntos, todos. Y nos acordamos. De todo.

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4 Comments:

Anonymous CHARLOTTERO said...

Me mató Charlotte. Yo también tuve mi árbol de moras (en el baldío que era potrero). Y armé esas cajas de zapatos repletas de hojas de mora (nosotros nos llevávamos los frutos, así calientes de sol y sin lavar)...Después la magia terminaba con esas horribles polillas. Eso sí, nunca pagué por ellos.
Gracias por ese viaje a la infancia.

9:59 AM  
Blogger Charlotte said...

UD también CHARLOTTERO?
Ojo que yo creo que pagué 0,75, o tres selvas o dos mielcitas...
Que asco esas polillas, please!

10:33 AM  
Blogger Madie said...

Jajaja, polillas, que ascó!!! Es increíble lo que nos puede gustar de chicos cuando no tenemos mucho reparo de nada!

5:59 PM  
Anonymous Anonymous said...

A mí de chica me decían que los gusanitos nacían para San José, que es el día de mi santo, y yo convencida de que lo hacían para felicitarme ... Mis amigas y yo nos descalabramos varias veces en el patio del colegio trepando a las moreras o tirándoles piedras para bajar hojas con las que darles de comer. Las monjas gastaban una fortuna en mercromina cada primavera. Creo que fue así como aprendimos lo de la dependencia y la responsabilidad, porque en casa pasaban tres kilos de alimentar bichos repugnantes. El día que abrí la caja de zapatos y de repente me encuentro que de los "cascabullos" de seda habían salido las asquerosas "palomitas," casi vomito dentro.

9:33 AM  

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