The laws that rule my universe
Mi universo se rige por leyes, el mío. Son leyes así inamovibles que siempre se cumplen. Con el paso de los años a veces me engaño con que dejaron de tener vigencia, pero no, siempre es así. Por ejemplo hay una que dice que “existe una relación inversamente proporcional entre el cuidado y dedicaión que le pongo al atuendo del día y las chances de toparme con un ex”.
Por ejemplo hoy, uno de esos días en los que decido tener un atuendo “decontracté” ya que no voy a ver clientes y voy a permanecer encerrada acá en Paraguay. El atuendo decontracté implica poca atención al pelo que cae desordenado sobre la espalda y se agarra con hebillita al costado para ignorar el flequillo (que siempre es fuente de especial atención y cuidado), implica también jean roto y taco bajo y la cantidad de make up mínima e indispensable (un permitido gracias al incipiente bronceado). Camino por Florida y lo distingo inmediatamente entre la multitud, con la misma agudeza con la que distingo una araña en un cuarto inmenso. Camina hacia mí y es claro que es solo una cuestión de pasos para que nuestros hombros se topen (más bien mi hombro y su codo). El encuentro es irremediable, lo veo, le toco el costado del traje, le vuelo un beso en el cachete como apurada, como estoy a mil tratando de reducir el tiempo de exposición que tiene hacia mi persona, lo mínimo para despertarle algún recuerdo, afectuoso, cargadito de sexo, un poco de risa, pero nada más. No le doy tiempo para que vea demasiado la cara, el pelo desordenado y revuelto, los libros que cargo y la bolsita, la bolsita patétcia de polietileno que me acaban de dar con una devolución, toda chamuscada y ruidosa, claramente un "major no no" de la moda porteña.
Por ejemplo hoy, uno de esos días en los que decido tener un atuendo “decontracté” ya que no voy a ver clientes y voy a permanecer encerrada acá en Paraguay. El atuendo decontracté implica poca atención al pelo que cae desordenado sobre la espalda y se agarra con hebillita al costado para ignorar el flequillo (que siempre es fuente de especial atención y cuidado), implica también jean roto y taco bajo y la cantidad de make up mínima e indispensable (un permitido gracias al incipiente bronceado). Camino por Florida y lo distingo inmediatamente entre la multitud, con la misma agudeza con la que distingo una araña en un cuarto inmenso. Camina hacia mí y es claro que es solo una cuestión de pasos para que nuestros hombros se topen (más bien mi hombro y su codo). El encuentro es irremediable, lo veo, le toco el costado del traje, le vuelo un beso en el cachete como apurada, como estoy a mil tratando de reducir el tiempo de exposición que tiene hacia mi persona, lo mínimo para despertarle algún recuerdo, afectuoso, cargadito de sexo, un poco de risa, pero nada más. No le doy tiempo para que vea demasiado la cara, el pelo desordenado y revuelto, los libros que cargo y la bolsita, la bolsita patétcia de polietileno que me acaban de dar con una devolución, toda chamuscada y ruidosa, claramente un "major no no" de la moda porteña.
6 Comments:
digamos en términos físicos que la circularidad de Buenos Aires tiende a hiperbolizarse en función del nivel de "producción" de los puntos críticos...
podría decirse, claro...
es que es menester estar impecable para cuando hay chances de ver al ex.. no se si impecable pero definitivamente provocable..
obvio, a mi siempre me sala mal
empezamos la mañana capicúa, empezamos... saludos
ley de murphy le dicen, no???
hola calandraca!! qué bueno verlo por acá! si, estamos así, estamos...
sabe anonymous que el título del post iba a ser Bloody Murphy?
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