Bloody Mary
Había algo que no me cerraba con el tema de la virginidad y el amor y el dolor todo junto y mezclado. Me sonaba a trauma y si bien fui una cosecha tardía no me gustaba esa idea de “ser virgen”; no entendía el punto. Ya mi madre me había contado que no lo era cuando se enfundó el vestidito mini de broderie blanco (porque mi vieja se casó en mini en una iglesia diminuta en La Lucila). Casamiento del que nunca vi fotos porque los fotógrafos amigos de mi padre se empedaron y no hicieron ni una sola toma. Tampoco hay filmación del caso, porque para que se sepa, el director de cine de quien soy hija contrató todo un crew de filmación que no se sostuvo en pie más allá de los saladitos y la Súper 8 quedó tirada por ahí entre la gente y el fotógrafo desnucado en algún sillón.
Gente confiable.
Y también sé que en un viejo registro de inmigración o en un acta de defunción (no recuerdo bien) la fecha de casamiento de mis abuelos polacos es bien posterior al nacimiento de su primer hijo varón, el que murió siendo un bebe y del que nunca se habló hasta que alguien encontró los registros. Mi abuela, esa que perseguía a mi madre por andar en bikini o hot pants en botas que trepaban hasta la rodilla.
La misma.
Otra cosa que me sacaba de quicio era la tan promocionada “charlita” con la madre. Nunca le conté de esa cachirulada de la primera vez. Me parecía innecesario, casi de telenovela. Contarle a tu mamá, de propaganda de Johnson & Johnsons. Sólo sé que un día entre un café y otro me preguntó si tenía un DIU cosa que me pareció absolutamente desubicada de su parte y asunto setentoso más no sea y le respondí que no, que no DIU, que podía quedarse tranquila y terminé el tema ahí mismo. Puede que la pacatería haya saltado una generación. Mi madre no dice malas palabras y no es invasiva en lo que refiere a la vida privada del otro, sin embargo, supongo que ese día sintió que debía cumplir su obligación de madre y se metió. Creo que respiró aliviada cuando notó que nadie tenía intenciones de hablar del tema.
Sin embargo, a veces, para escandalizarla un poco, le digo algo con “coger” así bien obvio y le recuerdo que no me dejó ver Prizzi´s Honour en Punta del Este ese año porque había “a very explicit lovemaking scene”. Ya sabemos lo que pienso del lovemaking, que no es coger, que es un eufemismo para algo en su versión rebajada como cuando me decían de chiquita que el Ginger Ale era el champagne de los niños.
O un Bloody Mary sin vodka (que para el caso sería algo que pedís en una macrobiótica y no en la barra a medialuz de algún buen bar). Y en definitiva por algo se llama Virgen Mary que es bastante distinto a la sanguinaria Queen Mary I por quien los ingleses decidieron nombrar el trago. Take the vodka out, take the fun away. Go “make love”.
Gente confiable.
Y también sé que en un viejo registro de inmigración o en un acta de defunción (no recuerdo bien) la fecha de casamiento de mis abuelos polacos es bien posterior al nacimiento de su primer hijo varón, el que murió siendo un bebe y del que nunca se habló hasta que alguien encontró los registros. Mi abuela, esa que perseguía a mi madre por andar en bikini o hot pants en botas que trepaban hasta la rodilla.
La misma.
Otra cosa que me sacaba de quicio era la tan promocionada “charlita” con la madre. Nunca le conté de esa cachirulada de la primera vez. Me parecía innecesario, casi de telenovela. Contarle a tu mamá, de propaganda de Johnson & Johnsons. Sólo sé que un día entre un café y otro me preguntó si tenía un DIU cosa que me pareció absolutamente desubicada de su parte y asunto setentoso más no sea y le respondí que no, que no DIU, que podía quedarse tranquila y terminé el tema ahí mismo. Puede que la pacatería haya saltado una generación. Mi madre no dice malas palabras y no es invasiva en lo que refiere a la vida privada del otro, sin embargo, supongo que ese día sintió que debía cumplir su obligación de madre y se metió. Creo que respiró aliviada cuando notó que nadie tenía intenciones de hablar del tema.
Sin embargo, a veces, para escandalizarla un poco, le digo algo con “coger” así bien obvio y le recuerdo que no me dejó ver Prizzi´s Honour en Punta del Este ese año porque había “a very explicit lovemaking scene”. Ya sabemos lo que pienso del lovemaking, que no es coger, que es un eufemismo para algo en su versión rebajada como cuando me decían de chiquita que el Ginger Ale era el champagne de los niños.
O un Bloody Mary sin vodka (que para el caso sería algo que pedís en una macrobiótica y no en la barra a medialuz de algún buen bar). Y en definitiva por algo se llama Virgen Mary que es bastante distinto a la sanguinaria Queen Mary I por quien los ingleses decidieron nombrar el trago. Take the vodka out, take the fun away. Go “make love”.
Labels: Me adorable me, Mother
8 Comments:
Eso es como la anal retentiveness de mi madre, devolver (vomitar) dar el pecho, pitín, colita, pipí. Popó. Puaj. Recordame que te cuente la charla de un amigo con su hija adolescente. Te vas a reir. Beso. Annita.
Me ha(s) divertido. Saludos.
Leerte es un placer! Y todavia es gratis! Coincido, "hacer el amor" es espantoso, "coger" es divino!
uf, la charlita. La tendré que ir teniendo?
que bien escribís C, creas unos climas...nena
estás ácida nena y bien lúcida, como siempre! te quiero
la psicol.
Lamento que para vos hacer el amor tenga un tono menos que coger. Para mí tiene unos cuantos más. Lo siento.
Te extrañaba Charlize! Recién me di una panzada con tus últimos posts, y este me encantó más. Igual, aguardo un poco más de reseña gastronómica para mi próxima visita a Buenos Aires. Un beso y feliz día mañana!
Post a Comment
<< Home