"Tía"
Cuando éramos chiquitas, con Malaque circulábamos por los eventos arrancándole los pelos a los tapados de piel de las viejas. Después nos mostrábamos los manojitos de pelos de zorro colorado y nos reíamos.
En el invierno, vendíamos las mandarinas imposiblemente ácidas que se caían de los árboles de Ricardo Guitiérrez en unos cajoncitos de madera. Por supuesto nadie nos compraba nada. Otras veces hacíamos chupetines con caramelo derretido y les poníamos nombre y tenían hasta un jingle de promoción. En el verano nos pasábamos el día entero buceando caracoles gigantes abajo del agua hasta la noche, hasta que no se veía más, hasta que te ardían los ojos del cloro.
Cuando nuestros padres se iban a comer juntos a Súbito o El Hueso perdido, nosotras preferíamos quedarnos en la casa de Malaque con "Tía". Tía no tenía nombre, o sí, pero yo no lo sabía. Tía era tía de alguien seguramente, hablaba en inglés, era más vieja que las colinas y bastante sorda (o tal vez medio ciega).
Con Tía podíamos hacer cualquier cosa como agarrar las milanesas con la mano y revolearlas por el aire si estaban calientes. Con puntería podíamos engancharlas de la enorme araña que colgaba del comedor, treparnos a buscarlas y Tía podía no enterarse. Jamás.
En el invierno, vendíamos las mandarinas imposiblemente ácidas que se caían de los árboles de Ricardo Guitiérrez en unos cajoncitos de madera. Por supuesto nadie nos compraba nada. Otras veces hacíamos chupetines con caramelo derretido y les poníamos nombre y tenían hasta un jingle de promoción. En el verano nos pasábamos el día entero buceando caracoles gigantes abajo del agua hasta la noche, hasta que no se veía más, hasta que te ardían los ojos del cloro.
Cuando nuestros padres se iban a comer juntos a Súbito o El Hueso perdido, nosotras preferíamos quedarnos en la casa de Malaque con "Tía". Tía no tenía nombre, o sí, pero yo no lo sabía. Tía era tía de alguien seguramente, hablaba en inglés, era más vieja que las colinas y bastante sorda (o tal vez medio ciega).
Con Tía podíamos hacer cualquier cosa como agarrar las milanesas con la mano y revolearlas por el aire si estaban calientes. Con puntería podíamos engancharlas de la enorme araña que colgaba del comedor, treparnos a buscarlas y Tía podía no enterarse. Jamás.
Labels: Misplaced Childhood
8 Comments:
Súbito! El hueso perdido!
A mi papá muchos hijos se amigos suyos le decían "tío"
y me inclino más a lo de medio sorda Y medio ciega x ahi no?
genial. me encanto :)
re bien escrito.
una grosa Tia.
mas que leer esta entrada, la visualize en un cortometraje mental
me encantó
Esto que contás refuerza mi teoría de cuán relajados eran nuestros padres,los que tuvieron hijos en los setentas (yo ni en pedo te dejo un hijo con alguien como Tia). Mi mamá me dejaba con su tía, que tenía unos 140 años y me llevaba a misa de lunes a lunes.
jajaja muy lindo!! Mención a Marillion o casualidad...?
De una, verte.
Mención Intencional a Mrillion.
Muy bueno!!!!
Noo!! Ricardo Gutierrez y El Hueso Perdido solo significan algo...mi infancia!!! Olivos es toda mi infancia!! vengo de lo de Bubu..hola que tal! te sigo leyendo un ratito!!
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