A House with a Tree
Parece que una Navidad a mamá y papá se les había ocurrido comprar un pinito de verdad en vez de la cachirulada plástica all inclusive de Tanti que solía pararse en medio del living. Supongo que eran de esas primeras navidades que yo iba a tener registro de los hechos y de ahí la inspiración materno/paterna. Miento, no tengo la menor idea pero tiendo a pensar que lo hicieron por mí.
El pinito sobrevivió las fechas en su maceta en medio del living y cuando llegó la hora de desarmarlo, a Toti (como era de esperarse) le dio lástima tirarlo. Vivió unos años en el balcón que daba al jardín y cuando ya no aguantó más entonces Toti agarró el pinito que no era más alto que yo a eso de los 8 años y lo trasplantó en el frente de casa.
Nadie le daba demasiada bola al pinito; convengamos que sólo Heidi le hablaba a los abetos y claramente ese no era mi look. Tal vez mamá, cuando sacaba su Fiat Super Europa del garage marcha atrás -en un intento por no derribarlo- lo registraba.
Con el tiempo el pinito se empezó a vencer hacia un lado y todo indicaba que estaba apestado y llegando a un fin prematuro. A Toti le daba pena pero no tenía idea qué hacer y un día mientras estábamos mirándolo en la puerta de casa pasó un linyera que siempre hacía el camino Rosales-la estación y se ofreció a curarlo. Al rato volvió con unos trapos mojados que le ató justo a la altura a la que parecía estar la peste. El linyera pasaba todas las noches a revisarlo y cambiarle las vendas cada tanto. El pino siguió creciendo, torcido pero siguió.
Ahora mi amigo Quito me manda una foto en la que veo claramente que está altísimo y apenas puede percibirse ese defecto de hace unos 30 años, es solo una curvita en la base del tronco. La foto llega en un mail que dice Fotos de donde era tu casa. La casa, claramente no está más. Al lado, Jurassic Park still standing y el pino, paradito como ese primer día.
No me gusta demasiado volver a Olivos. No me gusta demasiado Olivos, creo. Pero cuando paso, bajo por Rosales (los porteros ya no me reconocen y Don Sosa debe estar más que muerto) y me acuerdo cuando era cortada y nos trepábamos por el cerco a jugar en la quinta de los Cornejo Saravia que tenía unas barrancas enormes llenas de enredaderas por las que rodábamos hasta abajo, hasta que el cuidador salía a los escobazos y nos escapábamos jurando que no nos había reconocido. Todos los sábados la misma jodita. Ilusos.
Labels: Olivos
9 Comments:
Qué onda nena? Estás brillante últimamente...
Me gusta mucho tu uso del concepto linyera.
Después todo mutó.
Es que era un linyera posta que pasaba. No se si vivía por las vías pero pasaba todas las noches y se ocupaba del pino. Toti me hizo acordar de la historia hace un rato.
Que loco lo del pinito con incierto destino, al final se la rebanca y sigue p'arriba. Al final, las plantas que mas cuidas son las que inevitablemente se secan.
Olivos is a bit sad, isn't it?
Ni me hables que tengo una hija de puta a la que mimo, hablo, cuido, recorto, podo, riego, cambio de lugar y siempre SIEMPRE está al borde de la muerte. Un espanto.
En cuanto a Olivos, yes, just a little bit sad...
Ya me olía al barrio todo este asunto ¬¬ ¡jmmm!
dios, charlotte, sus posts son perfectos!
me emocionó el arbol.
Siempre en la misma línea: excepcional. Jamás defrauda un post tuyo.
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