Juanita y yo

Juanita mi ahijada me invita a su cumpleaños número 9. “Spa Hawaiiano” (lo que sea que eso signifique). Somos las dos librianas (lo que sea que eso signifique también) y nos llevamos de lo más bien. De hecho, somos parecidas y S, su madre, mi amiga, se irrita con las dos. S es de las que clasifican las cajas , las etiqueta y hace seguimiento de stock con código de barras. Es decir, en noviembre le pedís guantes de esquí y ella baja una caja que dice Ropa esquí/Chicos/08 y saca un guante. O tenés una comida y le pedís algún ítem, ella lo saca de otra caja que dice Regalos casamiento/silverware/teaspoons. Tiene una agenda con listas de To do´s que va tachando frenéticamente a medida que alcanza los objetivos y clasifica las facturas de servicios y gastos en carpetas colgantes en el segundo cajón de su escritorio (que tiene un espacio especial para clips, cinta scotch, biromes de colores, resaltadotes, chinches y ganchos). Es comprensible que se irrite conmigo, claro.
Juanita baila, canta y tiene amigos. Juanita se cuelga con el dictation y cuando se lo tomo se acuerda de green pero no de seen, y son rain y spain pero después escribe pein. Pero Juanita baila, canta y tiene amigos.
Juanita fue clara en su pedido, la que se equivocó fue la madre (siempre sucede así). Converse sin cordones con cerezas. O Vans. Consulto con Loli (o Martina para el caso, que son algo así como el Oráculo de Delfos).
-No, no son Converse. Son Cover your bones.
Sí, parece que la marca existe, una marca que promete tapar tus huesos. Me meto en la Bond Street a media mañana entre floggers y darkies y emos y whatnots. Me distraigo con unas chucherías y de repente las veo. Me las pruebo.
¿Lo mejor de todo? Juanita y yo calzamos exactamente igual.