Esas deliciosas certezas cotidianas

Único en su rubro, el Banco Itaú Buen Ayre te larga un papelito de una computadora con el turno que te toca y con la maravillosa frase:
Clientes antes de ud: 13 (ponele)
Minutos de espera:11 (ponele)

Existe placer comparable a saber exactamente cuánto vas a tener que esperar? A mí me baja definitivamente la aniseta y soy una mina muy impaciente…y la incertidumbre claramente no me sienta bien. Como mujeres tenemos una única certeza, esa que vino después de la serpiente, la mala onda esa que le tiraron a Eva, la de “parirás con dolor”. Pero no hay muchas más, no? a veces fantaseo con que me lleguen en forma del papelito del chicle bazooka, con ciertas certezas tranquilizantes que me digan cosas como:
Vas a volver a querer y te van a volver a querer.
Unas 12 veces más vas a volver a escuchar “no sos vos, soy yo. Sos demasiado mina para mí. Yo no puedo darte lo que vos necesitás”. Pero cada vez te dolerá menos y hasta reirás cuando lo escuches.
Ese no va a volver a llamar y es bueno que así sea.
Algún día llevarás un hijo en tu panza que te odiará y amará con la misma intensidad que vos lo hicíste con tus padres.
Tu pelo se oscurecerá por tu decisión, porque las rubias viejas quedan ordinarias.
Jugarás al bridge con las chicas tomando wisky y fumando Benson & Hedges a los 86, tal cual lo tienen planeado desde hace años.
Los libros te acompañarán cuando tu cuerpo no lo haga.
Y otras que ya ni me acuerdo. Pero después pienso que es mejor así, tal cual es y a veces casi que ni me molestan los minutos de espera. Presiento que en algún momento va a ser mi turno.