Pero no se ve
Amiga está enroscada y lucha con su monstruo verde con el taladro muy instalado dentro de su cabeza, el que conocemos de memoria y sabemos que por momentos anda desbocado.
-¿Estás?
-Sí, obvio. ¿Estás bien?
-Maso. ¿Tenés té de jazmín?
-Obvio.Pasá.
Una cucharada de esas pelotitas diminutas como perlas retorcidas que se abren cuando les tirás agua a punto de hervir en la tetera y los oídos igual de abiertos. Amiga habla. Yo escucho. El té larga perfume a jazmines pero en serio, a esos que venden en las esquinas. No es una re interpretación del olor a jazmín, es olor a jazmín.
Me gusta preparar la tetera y saber que la puedo calmar, que entre el té y yo podemos hacer algo y que cruce la puerta un poco mejor que como entró.
-No te quiero limar la cabeza.
-Es por turnos. Estoy en alza, vos relajá.
Me siento del otro lado del subibaja (¿o es sube y baja?). Parezco quieta arriba pero si alguien pasase la película en fast forward podría verse el movimiento, como sube y baja el sube y baja. Así. Clarito. Hay que verlo en perspectiva nomás.
Unas horas antes tomo el té con Amigo en el Malba y nos acercamos a lo que puede ser una peleíta de esas que hacen, que hacemos las minas. Amigo está a punto de colocarme en "lugarcito minita armando escenita" que detesto y ya puedo verme arañando y mordiendo con uñas y dientes para salirme de ahí y también veo la oportunidad única de la no reacción y dejarla pasar. La dejo pasar. ¿Por qué me molesta tanto ese lugar de minita? Parte de mi Mambo Number Five. Amigo es sabio y hace lo mismo. La deja pasar y me la rema. Le cuento mis días en el mar y hacemos grandes planes para mi vida. No son tan grandes pero Amigo se entusiasma, escucha y acompaña. Amigo le tiene mucha fe a mis planes. Es mi turno para el té y me lo va dando en gotas esas cuadras que caminamos cuando me acompaña de vuelta hasta casa. Nada que un té de jazmín no pueda solucionar.
-¿Estás?
-Sí, obvio. ¿Estás bien?
-Maso. ¿Tenés té de jazmín?
-Obvio.Pasá.
Una cucharada de esas pelotitas diminutas como perlas retorcidas que se abren cuando les tirás agua a punto de hervir en la tetera y los oídos igual de abiertos. Amiga habla. Yo escucho. El té larga perfume a jazmines pero en serio, a esos que venden en las esquinas. No es una re interpretación del olor a jazmín, es olor a jazmín.
Me gusta preparar la tetera y saber que la puedo calmar, que entre el té y yo podemos hacer algo y que cruce la puerta un poco mejor que como entró.
-No te quiero limar la cabeza.
-Es por turnos. Estoy en alza, vos relajá.
Me siento del otro lado del subibaja (¿o es sube y baja?). Parezco quieta arriba pero si alguien pasase la película en fast forward podría verse el movimiento, como sube y baja el sube y baja. Así. Clarito. Hay que verlo en perspectiva nomás.
Unas horas antes tomo el té con Amigo en el Malba y nos acercamos a lo que puede ser una peleíta de esas que hacen, que hacemos las minas. Amigo está a punto de colocarme en "lugarcito minita armando escenita" que detesto y ya puedo verme arañando y mordiendo con uñas y dientes para salirme de ahí y también veo la oportunidad única de la no reacción y dejarla pasar. La dejo pasar. ¿Por qué me molesta tanto ese lugar de minita? Parte de mi Mambo Number Five. Amigo es sabio y hace lo mismo. La deja pasar y me la rema. Le cuento mis días en el mar y hacemos grandes planes para mi vida. No son tan grandes pero Amigo se entusiasma, escucha y acompaña. Amigo le tiene mucha fe a mis planes. Es mi turno para el té y me lo va dando en gotas esas cuadras que caminamos cuando me acompaña de vuelta hasta casa. Nada que un té de jazmín no pueda solucionar.
2 Comments:
*Brillante.*
Me encantó este post!! Cómo acompaña el té de jazmín en los sube y bajas, muy sensible y bien descripto! Alivia y esperanza, me atrevo a decir.
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