Perspectives

Los geólogos se acercan a lo que parece ser el cráter de un volcán pero no están tan seguros que no sea el pozo dejado por un meteorito tan grande que durante el impacto haya explotado en mil pedazos que a su vez hayan rebotado y caído en la mismísima luna.
Cerca del Vesuvio sí encuentran los restos de un volcán inactivo y en las cenizas endurecidas las huellas de pisadas humanas (cientos) que corren tratando de escapar. Se las reconoce perfectamente y la distancia entre una y otra confirma la corrida. Lo sé porque alguna vez corrí en la arena y miré para atrás para ver el rastro. No es igual que el de la caminata.
Siempre me pregunto en qué piensa la cabeza en esos últimos segundos, el balance. A vece me pregunto si la posta es vivir cada día como si el Vesuvio te estuviese estallando furioso en la espalda y tener la presión de que te agarre con la vida bien vivida. Pero a veces me olvido y me estreso porque no llegué a depilarme.
Pienso estas cosas en la salita de espera de la depiladora, consultando permanentemente el reloj porque me tengo que hacer los pies en casa después y no quiero dejar esperando. Elijo un colorado impecable y me los miro cada dos minutos confirmando que estoy más que habilitada para pasar ya a las sandalias. Elijo unas altas.
En el ACA de Godoy Cruz hacemos la cola para cargar nafta. Siempre los mismos boludos haciendo todo a último minuto. Del auto de adelante se baja una de esas minas paquetas que parecen el doble de la edad que tienen con un jean de tiro alto que te hace culo raro. Cero maquillaje y cara avinagrada.
-Cuerpo de estancia tiene esa.
Me agarra un ataque de risa por la descripción que hace. Es perfecta.
-Sí, man, es así. Cuerpo de estancia. Ese culo llega y se sube a un caballo.
La Panamericana está mortal, como era de esperarse y el acceso Oeste es un alivio.
El bar del Hurlingham club nos estaba vedado de niñas y se mantuvo hasta la mayoría de edad. Nos parábamos en la puerta y hacíamos señas a Ramón el mozo para que llame a la abuela de mi amiga para que nos dé plata para el kiosco. Tiene esa barra clásica y está stockeado con todo lo que uno podría desear. Y los deseos de la British COmmunity no son pocos en este rubro. A la distancia reconocés el Tanqueray y el Bombay Saphire.
Ayer estaba todo igual. Más chico. La distancia que me parecía eterna hasta las caballerizas era tolerable, aún en sandalias de taco y la pileta parecía diminuta si me acuerdo que nadando abajo del agua sin respirar no llegaba a la mitad. A la noche, de tanto saltar en puntas de pie hasta lo hondo, hundiéndome y emergiendo, hundiéndome y emergiendo, terminaba con las puntitas de los pies todas coloradas.
Me miro los pies apoyados en el tablón de la tribuna. Colorados pero de esmalte. Desde acá arriba todo se ve distinto. Cuestión de perspectiva parece.