Bad movie (me inspiro liyo)

Agencia: Walter Thomson.
Campaña: Quiero más!!
Cliente: Gelatina Royal
Toma: 12

Hace probablemente 30 años en el estudio de Cavia y Castex papá me llevó para la prueba. No era yo una pequeña Brooke Shields ni papá la versión masculina de esa madre. Simplemente el dirigía ese comercial y para la prueba no querían llamar a una agencia y pedirles una rubiecita.
En esa época de la publicidad argentina se hacían pruebas en material. Impensable. Pero la agencia era millonaria y la cuenta pagaba bien y en fin, necesitaban chiquita linda y simpaticona y un varón de similares características. “Probemos con C” dijo papá. Y el chico resultó ser Alejandro S, compañerito de jardín del que estaba perdidamente enamorada.
Resultó ser una jornada de filmación extenuante, estomacal y emocionalmente, “made in hell”. A la nena no le gustaba la gelatina con frutas metidas adentro.
La verdad era que no me gustaba que papá, mi Toti, me tratara como a una actriz. “A ver chiquita, cuando mirás a cámara, levantás la cucharita y ahí recién decís: MAS!!”.
(Yo a los 4 ya sabía lo que era el fuera de cuadro, el primer plano y el luz, cámara, acción que era cuando todos nos callábamos y la cámara empezaba a hacer ruido).
Entraba “la mamá” a escena por la derecha del cuadro, con un bowl de gelatina vacío y nos miraba y decía: “Y ahora que hago???
Y ahí, con cucharita en mano, la nena miraba y sonriendo a cámara decía: MAS!!
Fuera de cámara, fuera del cuadro y seguramente fuera de foco, la mamá real de la nena, la mujer del director, la maestra que probablemente empezaba a surcar los inicios de su larga carrera alcohólica, probablemente pensaba mirando al director de cine con el que se había casado: “Como me engañaste con esta pseudo intelectualidad en la que vivimos, y yo que me había casado con vos porque en tu casa se hablaba de cosas, se hablaba…”.
“La nena” mastica la gelatina sonriente y al son del “corten”, la escupe con ruido y cara de asco en un tacho abajo de la mesa y recién ahí, después de la toma, luce su bonita cara de orto. El cliente queda encantado con la toma y pide que todo quede igual para la versión final. El director aterrado con la perspectiva de filmar otra toma conmigo, a esta altura no le hablaba hacía una semana.
Y así resulté ser la nena Royal de la tele; total si se trataba de fingir que estaba todo ok y que éramos la happy family, ya la tenía clarísima. Mirás a cámara, sonreís y cuando nadie se da cuenta escupís lo que no te gusta en un tacho y la película sigue y al final todos aplauden, se van a su casa y Se imprime!