De Chiches y fetiches

Porque sigo a punto de caramelo y no hay nada en puerta. Recordar, recordar. recordar.
Las siguientes partes de mi cuerpo y como algunas prendas de mis cajones, han sido alguna vez objeto y víctima de amorosos fetiches masculinos. No siguen orden cronológico ni de importancia (o sí?), tampoco son los únicos y espero no sean los últimos.

- mis pies para R, sobretodo cuando llegaba el verano y tenía las uñas pintadas de rojo sangre y entraba con mis sandalias a su oficina. También predilección especial por mis manos (con las uñas pintadas del mismo color). Ah, y esa tirita de terciopelo negro que me colgaba del cuello y que el decía que era “para agregarle una correa y sacarme a pasear”
- mi chiche para el imbécilmente inmaduro de mi amigo M que se hizo el canchero y me pidió que se lo muestre y después me corrió por toda la casa pensando que eso lo habilitaba a algo. Ahora cada vez que hablamos no hace más que hablar de mi "chiche". Aburridísimo.
- Para R, de nuevo (tipo fetichista ché) el top de animal print. Eran los 90 y pocas teníamos uno. Y acá fundamental comentar (y que por dios nunca se entere) aquella vez que en pleno "phone sex" me pregunta: “Lo tenés puesto? Decíme que lo tenés puesto” y yo “ sí, sí…”. La realidad: portaba patética remerita gris agujereada que leía “Property of Alcatraz, Penitentiary Jail” y un número de legajo, De perra a presidiaria en un solo paso.
- y no hace mucho, esa zona donde el cuello se vuelve clavícula y agarra un pedacito del hombro, para N al que le gustó particularmente con musculosa blanca y el bretel del corpiño caído un poco sobre el brazo y me lo confesó ahí nomás. Lindísimo…