Wednesday, March 09, 2011

La Cumbre y el miedo


En las vacaciones de invierno nos íbamos a La Cumbre solas. Apenas terminaban las clases nos tomábamos el Ablo que salía de Márquez y Panamericana y amanecíamos en La Cumbre, seguramente un poco antes, cuando ya el ómnibus agarraba las curvas y contra curvas y el cuerpo mismo (con el mareo de toda una noche viajando) te avisaba que estabas llegando.
En la casa, apenas llegando a Cruz Chica, nos instalábamos en alguno de los cuartos helados y enseguida partíamos al Golf. Teníamos menos de 18 y era el único lugar en el que podíamos manejar y hacer cosas de grandes como si nada.
En el Golf estaba la bandita local estable más algún tucumano y en especial un mendocino que tenía un ojo azul y otro marrón. Nos pasábamos el día ahí y a la noche íbamos a comer a la casa de alguien que vivía bien arriba por el mismo camino que sube hasta lo de Mujica Láinez. Puedo confundirme. Cuando ya era muy tarde volvíamos a bajar en plena noche hasta el pueblo para ir a bailar a Toby´s. Nos fascinábamos con las parejitas que se mataban apretando en los reservados y a los que había que ir a desenredar a la hora de irse. Si en Toby´s no se armaba, manejábamos hasta La Falda y bailábamos ahí hasta el amanecer.
A mí me gustaba volver al amanecer porque quería decir que el cuarto no iba a estar tan frío pero sobre todo porque iba a haber luz. La casa, como todas las casas de La Cumbre, tenía cuentos de fantasmas y varios de los huéspedes que habían dormido ahí alguna vez, habían visto la misma imagen de la chiquita caminando de la mano de un monje arrastrando un caballo. Gente grande.
-¿En qué cuarto fue?
La casa era vieja y más allá del jardín alguna vez había existido un establo. Durante el desayuno apenas podía preguntar esas cosas, para el atardecer ya no quería saber más nada. Lo mismo con el cuento ese de la mujer que estaba enterrada en el hoyo (¿10, 7?) del Golf, el que se veía a lo lejos desde la terraza esa en las que nos sentábamos a tomar Pritty limón y comer conquillas. Siempre se encargaban de contarme el cuento cuando atravesábamos la cancha caminando, en la mitad de la noche.

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3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Lindo post, reina.

1:44 PM  
Blogger Lápiz Azul said...

Genial Ch.
Hasta me estremecí con la mujer enterrada en el hoyo de Golf, y la imagen bien elegida, todo muy Agatha Christie. Saludos !

12:04 PM  
Blogger mato said...

muy buena historia.
como siempre son buenas las historias de viajes.
y de fantasmas.

12:22 PM  

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