Electra

“A mis 34 años me mira sorprendido por el paso del tiempo, mi propia adultez y la personalidad de esta mujer a la que le perdió el rastro hace casi 17 años.
Tengo la certeza que cada vez que me mira busca encontrar en mí la cara de esa rubia de rulitos al mejor estilo Shirley Temple que alguna vez fui y que el solía cargar a upa y jurar una retorcida cruza entre amor eterno y paterno. Pobre hombre, más veces que menos se encuentra con un panorama bastante distinto donde los rulos de Shirley se han alaciado y recubren una psicoanalizada cabeza con firme ideología acerca de lo que se hace y lo que no, y una boca ácida y despiadada, que se encarga de puntualizarle cuando las cosas no han sido hechas “comme il faut”, que no es otra cosa que “como yo creo”…”.

A las 19hs de ayer siente una tremenda necesidad de verme, casi urgente. Llama con la voz entrecortada y todo se torna como de vida o muerte. “Relajáte”, le digo, “mi cumpleaños es recién el lunes”. Todo se aclara, porque siempre se aclara a la larga. “Es que yo me voy mañana al campo, mi amor y quiero verte antes, Carozo”.
Sin perderme mi clase de yoga, café antes con un amigo, electricista que venía a arreglar llave de luz, accedo solo con la condición de que se trate de empanadas y vino. Nada de cocinar. Estoy muerta.
“No tenés un lugar de pastas cerca?”. Largo suspiro. “Sí, Toti. Ahora vengo”. Bajo su inocente sonrisa, sus manejos son macabros. Manoteo las llaves, camino 2 cuadras, compro lo necesario, improviso una salsa, cocino. Gracias a dios soy de lo más eficiente en montar una comida. Ya a mitad del proceso un: “Pero te vas a poner a cocinar mi amor? Con todo lo que trabajás…”. Este hombre evidentemente supuso que las cosas se hacen solas. Abro el vino y le sirvo con la esperanza de que el cabernet sauvignon lo calme, más bien, me calme.
Comemos. Se le caen varios agnolottis fuera del plato. Sugiero sostener el plato con la mano. Mi mesa es baja e incómoda, solo apta para jóvenes atentos. “Estos platos son muy pesados. Se ve que yo estoy con problemas de fuerza en los músculos”. “En la actitud”, le digo.
“Ustedes ven un mercado en lo que hacen? No les convendría…?”.
“No, Toti, please. No hablemos de laburo”.
“Esa chica de S, se casó, estudió, tiene hijos? Era una loca total esa, no?”
“Se casó con un tipo en España creo y después se fue con un francés millonario que se trajo a la Argentina. No labura. El tipo la mantiene. Ella hace hijos…”.
“Y, bué…encontró uno que pague por ella…”
“Qué estás diciendo Toti? Vos me estás jodiendo? Vos que me repetíste cada día de mi vida que sea una ciudadana del mundo, que sea libre y siga mis instintos, que vos supíste a los 9 que querías dirigir cine…”
“Ay, mi amor. Vos analizás todo demasiado. Analizás demasiado las cosas que yo digo… te conté que el 10 del 10 a las 10 menos 10 de 1970 fue el día más felíz de mi vida? Que me hiciste el hombre más felíz del mundo? Eras chiquita y te habías lastimado el labio al nacer. Eras lo más lindo del planeta. Te lo dije?”.
“Sí, Toti. Casi todos los cumpleaños desde que empecé a hablar. Yo también te quiero”.